En el universo primitivo, poco después del Big Bang, solo existían elementos químicos ligeros como el hidrógeno, el helio y el litio. Los elementos más pesados que esos, como el oxígeno, se formaron posteriormente mediante reacciones de fusión nuclear en el interior de las estrellas y se dispersaron en las galaxias, principalmente a través de acontecimientos como las explosiones de supernovas.
Este proceso continuo de síntesis de elementos químicos, desarrollado a lo largo de la historia cósmica, creó los diversos elementos químicos que constituyen el mundo y cuanto nos rodea, incluyendo los ingredientes de la vida.
Un equipo encabezado por Kimihiko Nakajima, del Observatorio Astronómico Nacional de Japón, utilizó datos recolectados por el telescopio espacial James Webb (JWST), de las agencias espaciales estadounidense, europea y canadiense, para medir la abundancia de oxígeno en el universo primitivo. Concretamente, los investigadores midieron el oxígeno en 138 galaxias que existieron en los primeros 2.000 millones de años del universo.
Nakajima y sus colegas descubrieron que la mayoría de las galaxias tenían abundancias de oxígeno similares a las de las galaxias modernas.
Los resultados muestran que la cantidad de oxígeno en las galaxias aumentó rápidamente entre 500 millones de años y 700 millones después del nacimiento del universo, y desde entonces ha seguido siendo tan abundante como se observa en las galaxias modernas.