John Ford es uno de los más grandes directores del siglo XX. Su capacidad profesional es extraordinaria.

Aunque se conoce más por sus filmes del género del western (“La Diligencia” 1939; “Centauros del Desierto” 1954; “Quien mató a Liberty Balance” 1961) existen dramas que no nos dejan insatisfechos como “El Delator” (1935) y “Qué verde era mi Valle” (1941) entre otras.

Pero existe una obra que retrata la pobreza de la sociedad norteamericana en la década de los años 30’s (basada en una obra literaria): “Las Uvas de la Ira” del escritor John Steinbeck. 

La ambientación se centra en el contexto de la Gran Depresión que vivió los Estados Unidos a partir del llamado crac del 1929, cuando estalla la gran crisis sobre el derrumbe de las Bolsas de Valores en la ciudad de New York.

A partir de este momento, el desempleo, la desesperación, la hambruna y los desahuciados son los protagonistas en esta catástrofe total.

Henry Fonda personifica a Tom Joad que obteniendo su libertad condicional regresa a casa (Oklahoma) y se encuentra con su amigo de infancia el ex predicador Jim Casy (John Carradine).

Este último le dice que su familia se encuentra en la casa de su tío porque los bancos se han adueñados de todas las granjas producto de la falta de pagos de las hipotecas.

Tom se encuentra con su familia, y con lo que queda de sus posesiones, y juntos deciden irse rumbo al oeste, específicamente a California, donde les han dicho que existen muchos trabajos disponibles con altos salarios.

Ellos son seducidos por la noticia y emprenden el viaje hacia allá junto con su amigo de infancia. Pero resulta que las noticias esperadas no son como las tenían planeadas. 

Cuando por fin llegan a su destino, se encuentran que hay un exceso de mano de obra; por lo que los salarios son bajos, con ausencia de derechos laborales aceptables.