En la imaginación popular, los vikingos eran temibles guerreros de pelo rubio procedentes de Escandinavia, que usaron embarcaciones para llevar a cabo incursiones por toda Europa en un breve pero sangriento reinado de terror. Pero la realidad es más compleja, según el profesor de arqueología de la universidad Simon Fraser (SFU), Mark Collard.

 

Collard es miembro de un equipo internacional de investigadores que acaba de publicar los resultados de la mayor secuenciación de ADN de esqueletos vikingos del mundo en la revista Nature.

 

Dirigido por el Prof. Eske Willerslev de las Universidades de Cambridge y Copenhague, el equipo de investigación extrajo y analizó el ADN de los restos de 442 hombres, mujeres y niños.

 

Los restos fueron recuperados de yacimientos arqueológicos en Escandinavia, el Reino Unido, Irlanda, Islandia, Groenlandia, Estonia, Ucrania, Polonia y Rusia, y en su mayoría datan de la época vikinga (ca. 750-1050 d.C.).

 

Los análisis del equipo dieron lugar a una serie de conclusiones. Uno de los más notables es que, contrariamente a lo que se ha supuesto a menudo, la identidad vikinga no se limitaba a las personas de ascendencia escandinava: el equipo descubrió que dos esqueletos de un cementerio vikingo en las Islas Orcadas eran de ascendencia escocesa.