La profesora de la Universidad del Estado de Colorado Sonia Kreidenweis y su grupo de investigación identificaron una región atmosférica que no ha se ha visto modificada por las actividades humanas, y que por tanto puede considerarse el lugar con el aire más limpio del planeta. Se trata de su primer estudio para medir la composición de los bioaerosoles del Océano Antártico, al sur de los 40 grados de latitud sur.

El grupo de Kreidenweis, con sede en el Departamento de Ciencias Atmosféricas, encontró que el aire de la capa límite que alimenta las nubes inferiores sobre el Océano Antártico es prístino, libre de partículas, llamadas aerosoles, producidas por actividades antropogénicas o transportadas desde tierras lejanas. Sus hallazgos se han publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

El tiempo y el clima son procesos complejos que conectan cada parte del mundo con todas las demás regiones, y con el rápido cambio climático como resultado de la actividad humana, es difícil encontrar cualquier área o proceso en la Tierra que no haya sido tocado por las personas. Kreidenweis y su equipo sospechaban que el aire situado directamente sobre el remoto Océano Antártico que rodea la Antártida sería el menos afectado por los humanos y el polvo de los continentes. Se propusieron descubrir qué había en el aire y de dónde venía.

«Pudimos utilizar las bacterias del aire sobre el Océano Antártico como una herramienta de diagnóstico para inferir las propiedades clave de la baja atmósfera», dijo el científico investigador Thomas Hill, coautor del estudio. «Por ejemplo, que los aerosoles que controlan las propiedades de las nubes del Océano Antártico están fuertemente ligados a los procesos biológicos del océano, y que la Antártida parece estar aislada de la dispersión hacia el sur de microorganismos y de la deposición de nutrientes de los continentes australes. En general, sugiere que el Océano Antártico es uno de los pocos lugares de la Tierra que se ha visto mínimamente afectado por las actividades antropogénicas».