En lo profundo del océano o bajo tierra, donde no hay oxígeno, las bacterias Geobacter «respiran» proyectando pequeños filamentos de proteínas llamados «nanocables» en el suelo, para eliminar el exceso de electrones que resulta de la conversión de nutrientes en energía.

Estos nanocables permiten a las bacterias realizar funciones importantes para el medio ambiente, como la limpieza de sitios radioactivos y la generación de electricidad. Los científicos han sabido por mucho tiempo que Geobacter produce nanocables conductores (1 / 100,000 del ancho de un cabello humano), pero hasta la fecha nadie había descubierto de qué están hechos y por qué son conductores.

 

Un nuevo estudio realizado por investigadores de Yale, la Universidad de Virginia y la Universidad de California en Irvine, publicado el 4 de abril en la revista Cell, revela una sorpresa: los nanocables de proteínas tienen un núcleo de moléculas metálicas llamadas hemes.

 

Anteriormente nadie sospechaba tal estructura. Mediante el uso de microscopía crioelectrónica de alta resolución, los investigadores pudieron ver la estructura atómica del nanocable y descubrir que los hemes se alinean para crear un camino continuo a lo largo del cual viajan los electrones.