La extinción masiva más grave en nuestro planeta ocurrió hace unos 252 millones de años, cuando una serie de erupciones volcánicas colosales provocaron un cambio climático global catastrófico. La gran mayoría de las especies animales se extinguieron y, cuando el polvo se asentó, las cosas ya no volvieron a ser como antes. La catástrofe fue el final de una era y el principio de otra, que vería el surgimiento de los dinosaurios. Esta extinción masiva ha sido objeto de muchos estudios, pero todavía se desconocen las pautas que marcaron qué animales se extinguirían y cuáles sobrevivirían, y por qué.

En un nuevo estudio, se ha averiguado que, aunque las extinciones de especies se produjeron rápidamente en los océanos, en tierra firme se produjeron de manera más espaciada, a lo largo de un período que fue unas diez veces mayor que el de las extinciones marinas.

La investigación es obra del equipo internacional de Pia A. Viglietti, del Museo Field de Historia Natural en Chicago, Illinois, Estados Unidos

Se ha venido creyendo que, dado que la extinción marina se produjo en un corto período de tiempo, la extinción en tierra firme debió seguir el mismo ritmo. Los resultados obtenidos por Viglietti y sus colegas refutan esa hipótesis.

Entre los animales cuyos fósiles ayudaron al equipo a descubrir los patrones de extinción y recuperación en tierra firme, destacan los Lystrosaurus, parientes evolutivos antiguos de los primeros mamíferos propiamente dichos. Los Lystrosaurus eran herbívoros y tenían tamaños corporales entre el de un perro pequeño hasta el de una vaca, dependiendo de la especie. Los Lystrosaurus fueron un «taxón de catástrofe«, un grupo que prosperó durante una época en la que muchos grupos animales sufrieron graves dificultades para sobrevivir.