Sin alterar el código genético del ADN, las modificaciones epigenéticas pueden cambiar la forma en que se expresan los genes, afectando a la salud y el desarrollo de un organismo. La idea, antaño radical, de que estos cambios en la expresión de los genes pueden ser heredados, a modo de “recuerdos epigenéticos” por así decirlo, cuenta desde hace unos años con una creciente cantidad de pruebas que la respaldan, pero ha sido muy pocos los datos obtenidos acerca de los mecanismos implicados.

 

Un nuevo estudio realizado por el equipo de Susan Strome, de la Universidad de California en la ciudad estadounidense de Santa Cruz, muestra cómo un tipo común de modificación epigenética puede transmitirse a través del esperma no solo a los hijos, sino también a los nietos. Esto se denomina «herencia epigenética transgeneracional» y puede explicar cómo la salud y el desarrollo de una persona pueden verse influidos por las experiencias de su padre, madre, abuelo o abuela.

 

El estudio se centró en una modificación particular de una proteína (concretamente una histona) que cambia la forma en que el ADN se empaqueta en los cromosomas. Esta marca epigenética ampliamente estudiada y denominada H3K27me3, es conocida por desactivar o «reprimir» los genes afectados y se encuentra en todos los animales pluricelulares, desde el ser humano hasta el gusano C. elegans utilizado en este estudio.

 

Los resultados de la investigación establecen una relación de causa-efecto entre las marcas de histonas transmitidas por el esperma, por un lado, y la expresión de genes y el desarrollo de los descendientes, por el otro.