Tanía Báez tenía apenas 21 años cuando contrajo matrimonio con el padre de sus dos hijas, Carlos Alfredo Fatule, el primer gran amor de una vida en la que también tuvo chance para una segundad oportunidad amorosa, con Francis Jiménez, y en la que desde hace un año experimenta una tercera (¿la vencida?) con Gustavo G.

La vida amorosa de la presentadora de televisión y mentora de «speakers» generó interés en estos días en la farándula tras ella compartir el anuncio de que a sus 57 años había encontrado un nuevo amor.

Incluso de su propia madre, Fantina Sosa, quien en la publicación de la información  en redes sociales escribió: “Tania merece el amor y la felicidad! Yo, como madre, sé todos sus esfuerzos y el gran corazón que tiene y todo lo que tiene para dar… Te amo hija del alma!”.

Gustavo G. es su nuevo príncipe azul y a quien Tania describió como “impresionantemente hermoso, noble, y sobre todo para mí es importante que tiene un alto sentido del valor de la familia”.

Luego añadió, en una entrevista para «Noche de Luz» (Antena Latina): “Es un gran padre y como yo ha vivido grandes procesos, ha tenido que reinventarse, transformarse y no ha perdido su nobleza”.

Sobre volverse a casar, Báez confesó: “Siento que es la relación más equilibrada y más sana que he tenido y voy a ir hasta donde el corazón me lleve con ella”.

La presentadora de televisión reveló que luego de su divorcio y al cumplir sus 56 años, se regaló una aventura de viajar sola por 56 días, pues tenía planeado tomarse varios años para ella, pero cuando lo conoció dijo: “Este tipo va a ser o uno de mis mejores amigos o va a ser como el amor de mi alma”.

“Fui a Rusia con Cavada, con un grupo de amigos, pero después me fui para Costa Rica, Colombia, México, sola”, continuó sobre este nuevo viaje de sorpresas y vivencias en el amor.

La exconductora del desaparecido programa de televisión «Hola Gente» también reveló que fueron sus dos hijas, Stephanie (Techy) y Karla Fatule, las responsables de hacer que surgiera esta nueva relación amorosa, haciendo “cosas para que nos juntáramos”.

Junto a Carlos Alfredo

Techy y Karla no existían cuando su madre era una figura popular de la televisión dominicana, en los años 80 y 90. Desde niña había sido imagen de varios comerciales y con apenas 17 años condujo junto a Felito Brenz el programa “Viva la juventud”, en 1984, y que transmitía por Rahintel, canal 7 y 11 para la época.

Por su popularidad y buen trabajo al frente de las cámaras, su boda en 1986 fue todo un acontecimiento, a la que asistieron personalidades de la vida social y la prensa de la época.

Al año de casada ya  era madre de su primera hija Stephanie Fatule, conocida artísticamente Techy Fatule. Cuatro años después en la ciudad de Miami nacía su segunda hija, Karla Fatule.

Para entonces Tania y su esposo residían en Miami, en donde Carlos Alfredo se destacaba como “showman” en la televisión hispana de Estados Unidos.

A su regreso al país la comunicadora trabaja en los programas “El Show el Mediodía” y “Punto Final”  y también trae a República Dominicana la franquicia de  la agencia de talentos y modelos John Casablanca.

A partir de 1997 produjo y condujo el programa televisivo, la revista semanal, “Hola Gente”, por Antena Latina, espacio con el que marcó un estilo de producción que aún perdura y es referente televisivo.

En medio de ese crecimiento profesional y pegada en la televisión, en 2004 Tania y Carlos Alfredo sorprendieron a la sociedad dominicana al confirmar en un comunicado, enviado a la prensa, la culminación de su matrimonio, después de 18 años juntos.

“Hemos transitado juntos 18 años de vida pública, recibiendo, gracias a Dios, gran apoyo y cariño por parte de ustedes y del público. Hemos decidido anunciar públicamente y por esta vía que tomamos la decisión de darnos un espacio en nuestras vidas. Nuestra separación es amistosa, prevalece el cariño y el respeto, y sobre todo, el interés de que en el devenir de esta situación podamos cumplir exitosamente la hermosa misión de seguir siendo los padres que nuestras hijas merecen”, se leía en el comunicado que confirmaba lo que se comentaba desde hacía unos meses.

Su trabajo continuó imparable en el mundo del entretenimiento hasta que en 2012 Tania sorprendió al decir adiós a la producción y también a la televisión para especializarse en conferencista transformacional, creadora de talleres de empoderamiento y liderazgo.

En la actualidad se define como mentora de comunicación y negocios digitales para expertos que quieren aprender a monetizar su conocimiento como formadores.

Un segundo amor

Luego de una década dedicada al trabajo y a sus hijas, Tania encontró de nuevo el amor en su entrenador de ejercicios, Francis Jiménez, con quien contrajo matrimonio en 2012. Junto a él vio casar a sus hijas y vio nacer a sus tres nietos.

En 2017, Jiménez le declaró su amor a Tania al cumplir cinco años de matrimonio, aunque ya tenían al menos siete años más de relación. Con palabras de agradecimiento y cariño se expresó hacia la comunicadora en un concierto de Pavel Núñez, celebrado el día del amor y la amistad.

En un video colgado en el instagram de Tania se veía en esa ocasión (2017) a ambos sentados siendo parte del público del espectáculo, cuando Francis le dijo ante todos los presentes a su entonces esposa: “Mis tristezas, mis lágrimas, mis éxitos, todo. Solo se me ocurrió decirte en este stage (escenario) que eres lo más importante para mí…Gracias por tu compañía en estos 12 San Valentín, que espero a mi vejez poder celebrarlos así, diciéndote gracias por amarme y dejar amarte, tuyo”.

Sin embargo, «lo de juntos para siempre» no iba a ser posible. A principios del 2022 la comunicadora dio a conocer a través de un video publicado en su cuenta de Instagram que llevaba 7 meses separada y tres meses divorciada de quien fuera su novio por ocho años y luego su esposo desde el 23 de septiembre de 2012, el ingeniero Francis Jiménez.

Ahora ella abre un nuevo capítulo público en el amor de pareja al revelar que a sus 57 años de edad estaba de nuevo enamorada y que la relación llevaba un año, aunque resaltó la discreción del hombre, a quien no cree que vaya exponer por el momento “por respeto a él”.