Las baterías van apagándose a medida que envejecen, perdiendo lentamente energía y capacidad de almacenamiento.

Como en las personas, el envejecimiento se desarrolla de forma diferente de una pila a otra, y es casi imposible medir o modelar todos los mecanismos de interacción que contribuyen al declive. Como resultado, la mayoría de los sistemas utilizados para gestionar los niveles de carga de forma inteligente y para estimar la autonomía de conducción de los coches eléctricos están casi ciegos a los cambios en el funcionamiento interno de la batería.

Al contrario, funcionan más bien como si un médico prescribiera un tratamiento sin conocer el estado del corazón y los pulmones de un paciente, y las formas particulares en que el medio ambiente, el estilo de vida, el estrés y la suerte los han devastado o perdonado. Si has guardado un ordenador portátil o un teléfono durante suficientes años, puede que hayas visto de primera mano a dónde conduce esto: los cálculos de la vida restante de la batería tienden a divergir cada vez más de la realidad con el paso del tiempo.

Ahora, un modelo desarrollado por científicos de la Universidad de Stanford ofrece una forma de predecir la verdadera condición de una batería recargable en tiempo real. El nuevo algoritmo combina los datos de los sensores con modelado por ordenador de los procesos físicos que degradan las células de la batería de iones de litio para predecir la capacidad de almacenamiento restante y el nivel de carga de la batería.

«Hemos explotado parámetros electroquímicos que nunca antes se habían utilizado con fines de estimación», dijo Simona Onori, profesora adjunta de ingeniería de recursos energéticos en la Escuela de Ciencias de la Tierra, Energía y Medio Ambiente de Stanford (Stanford Earth). La investigación apareció en la revista IEEE Transactions on Control Systems Technology.

El nuevo enfoque podría ayudar a preparar el camino para paquetes de baterías más pequeños y una mayor autonomía de conducción en los vehículos eléctricos. Los fabricantes de automóviles hoy en día acumulan capacidad de reserva en previsión de alguna cantidad desconocida de declive, lo que añade un costo y materiales extra, incluyendo algunos que son escasos o tóxicos. Una mejor estimación de la capacidad real de una batería permitirá una reserva más pequeña.