Imagine que estira un trozo de película para que le aparezca en ella un mensaje oculto. O que el color que, de entre varios posibles de un código de colores, exhibe un brazalete que se ha colocado, indica el valor de una medición de su masa muscular. O que el traje de baño que lleva puesto cambia de tonalidad al dar usted vueltas en el agua. Esta gama de materiales camaleónicos que cambian de color podría llegar al mercado en un futuro no muy lejano, gracias a una técnica fotográfica del siglo XIX que ha sido resucitada y reciclada por unos ingenieros.

 

Aplicando los principios de esa vieja técnica a materiales holográficos modernos, el equipo de Benjamin Miller, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Estados Unidos, ha impreso imágenes a gran escala en materiales elásticos que al estirarse pueden transformar su color, reflejando diferentes longitudes de onda a medida que el material se tensa.

 

Los investigadores produjeron películas elásticas impresas con detallados ramos de flores que pasan de tonos cálidos a más fríos cuando se estiran las películas. También imprimieron películas que revelan la huella de objetos como una fresa, una moneda y un dedo, con todo lujo de detalles. De hecho, de este último puede verse la huella dactilar.

 

Esta nueva técnica de fabricación es la primera de su tipo capaz de producir objetos a gran escala y muy detallados con una superficie que exhibe «colores estructurales», es decir, colores que surgen como consecuencia de la estructura microscópica de un material, en vez de por aditivos químicos o tintes.

 

En las pruebas, el equipo logró producir imágenes grandes y detalladas.

 

El equipo descubrió que el color de la película es muy sensible a la tensión. Después de producir una película completamente roja, la adhirieron a un soporte de silicona que variaba en grosor. En los lugares donde el soporte era más fino, la película seguía siendo roja, mientras que las secciones más gruesas la tensaban, haciendo que se volviera azul.

 

Asimismo, comprobaron que al presionar varios objetos sobre muestras de película roja se producían huellas verdes detalladas, causadas, por ejemplo, por las semillas de una fresa y las arrugas de una huella dactilar.