El tratamiento del dolor es un problema de salud urgente para muchas personas que a menudo deben recurrir a analgésicos opiáceos eficaces pero altamente adictivos y a veces mortales.

 

Esto hace que el desarrollo de alternativas localizadas, no opiáceas y no adictivas sea muy necesario. Uno de estos métodos es el enfriamiento analgésico del nervio, que es prometedor como forma eficaz y reversible de aliviar el dolor, incluso después de, por ejemplo, amputaciones, injertos nerviosos o cirugías de descompresión lumbar.

 

Al igual que ocurre cuando ponemos hielo sobre una articulación o músculo dolorido, la aplicación selectiva de baja temperatura directamente sobre los nervios puede bloquear la conducción de las señales de dolor, proporcionando un alivio temporal. Sin embargo, los dispositivos convencionales de enfriamiento de nervios son voluminosos y rígidos, con una refrigeración inespecífica y una gran necesidad de energía, lo que impide su uso clínico práctico.

 

El equipo encabezado por Jonathan Reeder, de la Universidad del Noroeste en Evanston, Illinois, Estados Unidos, quien ahora está en Science Corporation de Alameda, California, Estados Unidos, se propuso solucionar esto.

 

Él y sus colegas han desarrollado un sistema de enfriamiento de nervios blando, en miniatura e implantable, basado en tecnologías electrónicas flexibles y de microfluidos de última generación.

 

Basándose en los manguitos nerviosos eléctricos, Reeder y sus colegas usan la transición de fase líquida a gaseosa dentro de los canales microfluídicos de una banda elástica que envuelve a los nervios periféricos para dar una refrigeración específica. Un sensor térmico de película fina integrado en el dispositivo ofrece seguimiento y control de la temperatura en tiempo real. Dado que está fabricado con materiales hidrosolubles y biocompatibles, el dispositivo es biorreabsorbible (es decir, se degrada), lo que reduce el riesgo de efectos secundarios derivados de la cirugía, necesaria.