Si no fuera por las capacidades de lanzamiento, nunca habríamos podido adentrarnos y oír el eco del Big Bang ni habríamos disfrutado de las aventuras de Rosetta y Philae en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Ni habríamos capturado algunos de los fenómenos más energéticos del universo. Algunas de las mayores misiones científicas de la ESA emprendieron el vuelo, y nunca mejor dicho, gracias a Ariane 5, uno de los lanzadores más fiables que dan acceso al espacio desde el Puerto Espacial Europeo de Kurú (Guayana Francesa).

La ESA lleva lanzando cohetes Ariane desde 1979. Una ocasión memorable fue cuando, en 1985, el Ariane 1 lanzó el cazador de cometas Giotto, primera misión de la ESA en el espacio exterior. Más tarde, en 1989, el satélite de astrometría Hipparcos salió al espacio a bordo de un Ariane 4, y en 1995 se puso en órbita Observatorio Espacial Infrarrojo (ISO).

Uno de los primeros vuelos del imponente Ariane 5 llevó a XMM-Newton al espacio hace veinte años, en diciembre de 1999. El observatorio espacial de rayos X es un coloso que ha permitido descubrimientos revolucionarios relacionados con algunos de los grandes misterios del cosmos, de los enigmáticos agujeros negros a la evolución de galaxias a lo largo y ancho del Universo.