Puede que sea la oportunidad laboral perfecta, así que se la cederás a alguien cercano, aunque no esté capacitado, en desmedro de un candidato que sí lo está. Tus “buenas intenciones” podrían tronchar la carrera del calificado y poner en evidencia, posteriormente, las ineptitudes del elegido.

“Ser bueno es fácil; lo difícil es ser justo”, sentenció el escritor Víctor Hugo. Con anterioridad, Jesús, nos ha convidado a buscar “el reino de Dios y su justicia y todo lo demás vendrá por añadidura”.

La búsqueda de este “reino” exige integridad, aliarnos con la ética. Entendiendo que, tan importante es tratar con justicia a los demás como a nosotros mismos; ese sano amor propio que nos conecta con nuestro propósito de vida y que nos impide caer en las trampas de otros aun cuando pretendan llevarnos por caminos aparentemente buenos.

Hacernos justicia a nosotros mismos es vital, pues quien tiene una sana vida interior jamás atentará contra su dignidad o la de otros. Vivir en la mentira nos mantendrá dando saltos del acierto al desacierto, la probidad nos permitirá acceder al orden divino, algunos le llaman gracia.