Según los resultados de una investigación reciente, la polarización podría dar pistas clave para desentrañar el enigma de las ráfagas rápidas de ondas de radio (FRBs, por sus siglas en inglés). Estas ráfagas, provenientes e fuera de la Tierra, constituyen un misterio que ha venido desconcertando a la comunidad científica desde su descubrimiento hace quince años. Las ráfagas se caracterizan por pulsos que duran apenas unas milésimas de segundo pero ostentan una potencia espectacular.

 

Se desconoce qué causa esos radiofogonazos. La hipótesis más aceptada sobre su origen es la de que están generados por magnetares. Estos astros son los cuerpos celestes con los campos magnéticos más intensos conocidos en el universo. Se trata de estrellas de neutrones mucho más magnetizadas de lo normal. Aunque las estrellas de neutrones típicas poseen campos magnéticos billones de veces más fuertes que el de la Tierra, los campos de los magnetares son del orden del millar de veces más fuertes que los de las estrellas de neutrones normales. Las estrellas de neutrones son cadáveres de estrellas tremendamente compactados, aunque no tanto como los agujeros negros.

 

Las estrellas de neutrones rotan tan deprisa que suelen tardar mucho menos de 1 segundo en dar una vuelta completa sobre sí mismas. Se las descubre habitualmente siendo púlsares, emisores muy potentes de ondas de radio y también en otras longitudes de onda. Las emisiones del púlsar surgen de sus polos magnéticos. La desalineación de los polos magnéticos con el eje de rotación de la estrella de neutrones hace que los haces de radiación giren como los focos de un faro marítimo, enviando pulsos de haces hacia los posibles observadores distantes. Cuando la orientación es la adecuada, esos pulsos se detectan desde la Tierra.