En Europa, zonas como la península Ibérica vienen sufriendo en los últimos años una disminución de la cantidad total de agua recibida en las precipitaciones. Hay menos precipitaciones y cuando ocurre alguna hay más probabilidades que en el pasado de que sea en forma de precipitación intensa y dañina. Una investigación reciente ha explorado detalladamente el fenómeno en el contexto del cambio climático global.
Los cambios pronosticados en las precipitaciones invernales hacen que la agricultura de la región ibérica sea una de las más amenazadas de Europa, según este nuevo estudio que relaciona tales cambios con el aumento de la cantidad de gas antropogénico de efecto invernadero.
La investigación la ha llevado a cabo el equipo de Caroline Ummenhofer, del Instituto Oceanográfico de Woods Hole (WHOI) en Estados Unidos.
Esos cambios en las precipitaciones están ligados a un sistema de altas presiones subtropicales conocido como anticiclón de las Azores que, según el estudio, suele ser significativamente mayor en la era industrial (desde 1850) que en la época preindustrial. Los casos de anticiclón de las Azores extremadamente grande, extendiéndose sobre el Atlántico Norte subtropical oriental y Europa durante el invierno, dan lugar a condiciones anómalas de sequedad en todo el territorio del Mediterráneo occidental, incluida la península Ibérica.
El anticiclón de las Azores ha cambiado drásticamente en el último siglo, y estos cambios en el clima del Atlántico Norte no tienen precedentes en el último milenio, según los autores del estudio. Estos han llegado a la conclusión de que la expansión del anticiclón de las Azores en la era industrial en un clima cálido es el resultado del aumento antropogénico de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
«Lo que estamos viendo aquí con la expansión del anticiclón de las Azores es una mala noticia para las precipitaciones invernales en la península Ibérica», advierte Ummenhofer. Todo apunta a que habrá repercusiones severas para la agricultura y otros sectores muy dependientes de los recursos hídricos.
Los investigadores utilizaron simulaciones de modelos climáticos de última generación que abarcaron los últimos 1.200 años, con el fin de aislar los efectos particulares de los forzamientos volcánicos, del ozono y aerosoles, de la variabilidad solar, de la variabilidad orbital y de los gases atmosféricos de efecto invernadero bien mezclados. Comprobaron que solo las simulaciones con concentraciones de gases de efecto invernadero incluidas coincidían con el registro climático.
Además de trabajar con el modelo climático, los autores del estudio también se basaron en observaciones del registro de isótopos de carbono de estalagmitas, revelador del hidroclima, en la caverna de Buraca Gloriosa en Portugal.