Las conclusiones de un nuevo estudio sobre los últimos avances en tecnologías para observación del cosmos y las perspectivas de su uso en un futuro a corto y medio plazo sugieren que, si existe vida en nuestro vecindario cósmico, tendremos dentro de no muchos años la oportunidad de detectarla. El plazo para conseguirlo podría ser inferior a una década.

El estudio lo ha llevado a cabo el equipo de Caprice Phillips, de la Universidad Estatal de Ohio en Estados Unidos. Ella y sus colegas han presentado los últimos resultados de esta línea de investigación en un congreso de la American Physical Society (Sociedad Física Estadounidense), una organización fundada en 1899 y que cuenta en la actualidad con unos 55.000 miembros.

Phillips y sus colegas calcularon cómo los instrumentos científicos del futuro telescopio espacial James Webb (JWST) captarían las diferentes condiciones atmosféricas y de nubosidad en las atmósferas de exoplanetas (planetas de fuera de nuestro sistema solar), y luego elaboraron una lista de los lugares, ordenados por nivel de prioridad, en los que el telescopio debería buscar vida.

Una clase de planetas a la que el equipo de Phillips ha dedicado especial atención es la de los planetas de gas enanos, que son más masivos que la Tierra y menos que Neptuno. Varios de estos mundos tienen el potencial de albergar vida. Pero como ninguna de estas superTierras o miniNeptunos están dentro de nuestro sistema solar, ha venido resultando muy difícil determinar si sus atmósferas contienen señales químicas potencialmente delatadoras de la existencia de seres vivos. En determinadas circunstancias, el amoníaco sería una de esas señales delatadora