Unos investigadores del Departamento de Estudios Temáticos de la Universidad de Linköping, han desarrollado un sencillo registrador de flujos de gases de efecto invernadero. Se construye utilizando piezas baratas y fácilmente disponibles, y proporciona datos sobre los niveles de metano, dióxido de carbono, temperatura y humedad.

 

«Hasta ahora, los instrumentos de medición han sido tan caros que la cartografía de las emisiones de gases de efecto invernadero en la sociedad ha tenido que basarse en modelos aproximados. Es extremadamente importante que podamos hacer muchas mediciones adecuadas a nivel local, para poder probar si las medidas para reducir las emisiones realmente funcionan. Esperamos que nuestro sencillo registrador pueda contribuir a más mediciones de este tipo», dice David Bastviken, profesor de Cambio Ambiental y autor de un artículo en la revista Biogeoscience.

 

Una limitación actual cuando se trata de determinar los flujos de gases de efecto invernadero ha sido la falta de métodos de medición fiables y de bajo costo que puedan estar ampliamente disponibles en la sociedad. En 2015, David Bastviken y sus colegas describieron y publicaron un registrador para el dióxido de carbono, que ahora se utiliza para varios tipos de mediciones ambientales. Sin embargo, para el metano, hasta ahora se han requerido equipos de medición más complicados y costosos. En el actual artículo de la revista Biogeoscience, los investigadores describen un sensor económico para el metano.

 

El metano, CH4, es uno de los más importantes gases de efecto invernadero de larga vida que contribuye en gran medida al calentamiento global. Desde la década de 1750, su aumento relativo en la atmósfera ha sido mayor que el de otros gases de efecto invernadero. Hay muchas fuentes y ejemplos diferentes, incluyendo la combustión incompleta, la manipulación de gas natural y biogás, y la producción microbiana en la agricultura, los humedales y los lagos. Sin embargo, el gran número de fuentes, que pueden variar enormemente en formas que no se comprenden del todo, hace difícil cuantificar los flujos y proponer las mejores prácticas para su mitigación. Además, el descubrimiento de que los lagos, los ríos y los bosques inundados son grandes fuentes de metano, realizado por David Bastviken y sus colegas en fecha tan reciente como 2011 y más tarde, demuestra que todavía se están descubriendo importantes fuentes de metano.