Cuando pensábamos que el ácido del diablo era cosa del pasado, vuelve a cobrar una nueva vida: la de Yocaira Amarante Rodríguez, de apenas 19 años, quien se encuentra en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Ney Arias Lora y podría quedar ciega si logra levantarse (tiene el 85% del cuerpo quemado).

La crueldad que destrozó a Yocaira, cuyo rostro quedará desfigurado para siempre, fue dolorosamente justificada por su exmarido, Willy Antonio Javier Montero, con el arma de todos los hombres que no tienen hiel: los celos causados, según él, por una infidelidad.

Sin importar si fue cierto que Yocaira fuera infiel, no hay una razón que justifique tal nivel de inquina. ¿Cómo pudo ser tan perverso con la mujer que tuvo una hija?

Pero si Willy es un malnacido no hay palabras que describan a Alexander Sosa Méndez y a Joan José Félix, quienes cobraron RD$3,500 para acabar con ella. Los tres merecen las más duras penas posibles.

El destino de Yocaira será muy duro pase lo que pase. Su dolor, incluso, es que su hija no podrá reconocerla cuando la vuelva a ver. ¿Cómo se le explica a una niña de apenas dos años lo que su padre le ha hecho a su madre? Ambas necesitarán terapia para salir a flote.

El caso de Yocaira debe llamarnos a reflexión porque, además del machismo y la violencia, esconde tras de sí otro gran drama de las jóvenes y niñas: las uniones tempranas y a destiempo con hombres mayores: Yocaira conoció a su verdugo y empezó su “noviazgo” hace seis años, es decir, a los 13; él tenía 39.

Es el horror de siempre, eso que tenemos que evitar. Se impone educar para la sexualidad.