Un pequeño grupo de islas volcánicas podría formar parte de un volcán gigantesco aún no descubierto como tal, según las conclusiones a las que se ha llegado en un estudio reciente. Si las sospechas de los investigadores son correctas, la caldera volcánica aparentemente descubierta pertenecería a la misma categoría que la caldera de Yellowstone, propia de supervolcanes que en el pasado protagonizaron colosales erupciones volcánicas con graves consecuencias a escala mundial.

 

Las Islas de las Cuatro Montañas en las Aleutianas centrales (Alaska) constituyen un grupo apretado de seis estratovolcanes llamados Carlisle, Cleveland, Herbert, Kagamil, Tana y Uliaga. Los estratovolcanes son lo que la mayoría de la gente imagina cuando piensa en un volcán: una montaña cónica empinada con un estandarte de nubes y cenizas ondeando en la cima. Pueden tener erupciones muy potentes, como la del Monte Santa Helena en 1980, pero estas se ven empequeñecidas por erupciones mucho menos frecuentes que forman calderas.

 

Investigadores de diversas instituciones y disciplinas han estado estudiando el Monte Cleveland, el volcán más activo del grupo, tratando de comprender la naturaleza de las Islas de las Cuatro Montañas. El equipo formado, entre otros, por Diana Roman del Instituto Carnegie de Ciencia en Estados Unidos, y John Power, del USGS (U.S. Geological Survey, el servicio estadounidense de prospección geológica), ha obtenido múltiples indicios de que las islas podrían pertenecer a una caldera interconectada, aunque se necesitará investigar más para demostrarlo de manera inequívoca.

 

A diferencia de los estratovolcanes, que tienden a nutrirse del magma de reservas con un tamaño entre pequeño y modesto, una caldera se crea a partir de un enorme depósito de magma en la corteza terrestre. Cuando la presión del depósito excede la fuerza de contención de la corteza, se liberan cantidades gigantescas de lava y ceniza en un episodio catastrófico de erupción.