Unos científicos han completado un estudio en el que se describe qué provoca en las fases tempranas del Mal de Alzhéimer la pérdida de dinámica y posterior deterioro de las espinas dendríticas, los compartimentos neuronales encargados de recibir los impulsos nerviosos de otras neuronas. Han descrito qué papel juega el citoesqueleto de actina de estos compartimentos, y cómo responde ante la presencia de péptidos beta-amiloide, el componente más comúnmente asociado con el alzhéimer.


José Martínez Hernández, investigador Ikerbasque del grupo Neuronal Ubiquitin Pathways del Departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU, ha participado en el citado estudio, del Instituto de Neurociencias de Grenoble (Francia). El principal hallazgo es la relación existente entre la presencia de péptidos beta-amiloide, conocidos por ser los componentes de las placas que se acumulan en el cerebro de las personas afectadas de alzhéimer, y la rápida pérdida de dinamismo del citoesqueleto de actina de las espinas dendríticas, la zona neuronal encargada de recibir la información que viene de otras neuronas mediante impulsos nerviosos. Esta menor dinámica hace que la transmisión de la información no se realice como debiera, lo que finalmente, provoca la pérdida de las espinas y, por tanto, de la capacidad sináptica de las neuronas.

El citoesqueleto es un entramado tridimensional de proteínas que provee de soporte interno a las células, organiza sus estructuras e interviene procesos como el transporte o el tráfico intracelular. Uno de los componentes del citoesqueleto son los filamentos de actina, que, tal como describe el doctor Martínez, “están ancladas pero en continuo movimiento, como si fueran una escalera mecánica; una proteína, llamada cofilina 1, se encarga de cortar los filamentos, y separar las unidades de actina, lo que mantiene activa esa dinámica”.

Sin embargo, en el caso de que la cofilina 1 sea fosforilada, es decir, se le añada un átomo de fósforo, esta proteína pasa a un estado inactivo, y deja de ejercer su función, lo que, a su vez impide que se lleve a cabo correctamente la actividad neuronal. “En nuestro estudio analizamos muestras de cerebros humanos con alzhéimer así como modelos animales de esta enfermedad, y en ellos vimos que la forma inactiva de la cofilina 1 aparecen en cantidades mayores que en neuronas sanas”.