Hace 66 millones de años, un objeto cósmico rocoso de no menos de unos 10 kilómetros de diámetro impactó contra la península de Yucatán, cerca del lugar en el que hoy se encuentra la pequeña población de Chicxulub, con una fuerza de 100 teratones. En comparación, una explosión como las de las bombas atómicas arrojadas en Hiroshima y Nagasaki está en la escala de entre los 10 y los 30 kilotones. Mil kilotones son un megatón. Mil megatones son un gigatón. Mil gigatones son un teratón.

 

Aquel colosal impacto cósmico en Chicxulub dejó un cráter de más de 150 kilómetros de diámetro. Otras consecuencias del impacto, incluyendo megatsunamis, incendios forestales, terremotos globales, vulcanismo generalizado y el paso a la atmósfera de una enorme masa de polvo que bloqueó una importante parte de la luz solar, extinguieron a los dinosaurios y a muchas otras formas de vida.

 

El equipo de Gareth Collins, del Imperial College de Londres en el Reino Unido, ha descubierto un factor decisivo en el poder destructivo del cataclismo: el ángulo con el que el objeto cósmico (probablemente un asteroide) colisionó contra la zona de Chicxulub fue el más dañino posible.

 

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Recreación artística del momento en el que un asteroide impactó en la zona de Chicxulub, México, hace 66 millones de años. (Imagen: Chase Stone)

 

Una serie de simulaciones ejecutadas en el centro británico de supercomputación DiRAC, dependiente del STFC (Science and Technology Facilities Council), en  el Reino Unido, indica que el asteroide golpeó la zona de Chicxulub en un ángulo de unos 60 grados, lo que maximizó la cantidad de material catapultado hacia la atmósfera superior, intensificando así el bloqueo de luz solar, con los consiguientes y desastrosos efectos de tal bloqueo.

 

El impacto probablemente inyectó a la atmósfera miles de millones de toneladas de azufre, bloqueando la luz solar entrante en una situación parecida al tan temido invierno nuclear que caería sobre la Tierra en caso de una guerra atómica. La catástrofe aniquiló a los dinosaurios y al 75 por ciento de la vida del planeta. (Fuente: NCYT Amazings)