Todos los niños en la etapa inicial de su vida hacen rabietas. Se trata de una reacción normal de los pequeños, especialmente de aquellos entre uno y tres años de edad, cuando no saben cómo lidiar con lo que sucede en su entorno.

Es entonces cuando los padres deben entrar en escena y cumplir su rol de orientadores. A ellos les toca enseñar a los chiquillos cómo manejar sus emociones con más calma e identificar qué quieren y necesitan, explica la psicóloga Kisaury García de Portes.

“Los niños no saben manejar solos sus propias frustraciones porque están en la etapa inicial de la vida y necesitan un guía que los oriente y enseñe a manejar estos sentimientos”, comenta García de Portes, quien señala que, lamentablemente, la mayoría de los padres no sabe cómo convertir esas crisis en oportunidades para educar a sus retoños.

La psicóloga comparte una lista de recomendaciones que no solo ayudan a enfrentar las rabietas cuando se presentan, sino también a prevenirlas y reducir su frecuencia:

1. Dedicar tiempo de calidad a los hijos. El tiempo de calidad fomenta un ambiente de amor y respeto en el que padres e hijos aprenden a conocerse y en el que los adultos van a identificar las conductas, tanto positivas como negativas, de sus pequeños. De ese modo, podrán mejorarlas y eliminar la posibilidad de que hagan rabietas.

2. Enseñar al niño a tomar pequeñas decisiones sobre sus labores cotidianas. En este punto los padres conceden cierto control a los hijos sobre tareas sencillas que deben realizar ellos mismos. Pueden preguntarles, por ejemplo: “¿Prefieres acomodar los juguetes ahora o luego de tu merienda? ¿Prefieres un jugo de piña o de manzana?”.

“Con estas y más elecciones los niños no tendrían que responder ‘no’”, argumenta García de Portes, “evitando que el niño haga una rabieta”.

3. Enseñarles que no todo lo que quieren puede ser suyo. “No podemos darles a los hijos todo lo que ellos quieren, ya que con esta acción se les incentiva a hacer más rabietas cuando no puedan obtener algo”, advierte la psicóloga. “No podemos educar a nuestros hijos con malas conductas y darle algo por cada grito o quejido que hagan”.

4. Estimular las habilidades y destrezas del niño. Los niños necesitan recrear sus mentes y ejercitar sus cuerpos. Al estar ocupados y activos, se reducirán las pataletas. Pueden realizar actividades como jugar en el parque, montar bicicleta, pintar, hacer manualidades, practicar deportes, siempre dentro de la posibilidad económica de cada familia.

5. Conocer las limitaciones de los hijos. “Si sabe que el niño o niña ha tenido un día muy estresado y está muy cansado, no quiera ponerlo a hacer más actividades en la casa o a salir a lugares concurridos porque esto va a despertar en el niño o niña mucha frustración y va a comenzar a hacer rabietas donde sea que esté. Lo mejor sería que el niño o niña descanse y luego salir”, recomienda la profesional.

6. Mantener la calma. Hay que estar conscientes de que los pequeñines no siempre pueden entender o mantener la calma como lo hacen los adultos. En lugar de reaccionar con ira y acrecentar la frustración del niño, la psicóloga recomienda manejar los berrinches yendo a la causa de estos.

“Si la rabieta es para llamar la atención, ignore la rabieta, pero acuda al llamado de su hijo y pregunte qué le pasa; si no es algo justificable, hable con su hijo y explíquele las consecuencias de su acto. Si es porque quiere algo que no es suyo, es momento de enseñarle que las cosas de los demás se respetan”, explica.

7. Evitar responder con ira o maltrato. Esta respuesta lleva al niño a un mayor irrespeto. Además, un padre que no sabe controlar su propio enojo no le está enseñando a su vástago cómo manejar sus emociones ante las dificultades de la vida. Tags