El telescopio espacial James Webb acaba de anotarse otra primicia: el perfil químico en profundidad de la atmósfera de un mundo distante.

 

El Webb (de la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA)) y otros telescopios espaciales, incluyendo el Hubble y el Spitzer, previamente revelaron ingredientes aislados de la atmósfera de este planeta. Sin embargo, las nuevas lecturas del Webb proporcionan un menú completo de elementos químicos, sustancias e incluso señales de actividad química y de nubosidad.

 

Los datos más recientes, obtenidos y analizados en varios estudios, también ofrecen una pista de cómo serían estas nubes vistas de cerca: fragmentadas en vez de conformar un solo manto uniforme sobre el planeta.

 

El conjunto de instrumentos altamente sensibles del telescopio se entrenó en la atmósfera de WASP-39 b, un “Saturno caliente” (un planeta casi tan masivo como Saturno pero en una órbita más reducida que la de Mercurio) que gira alrededor de una estrella situada a unos 700 años-luz de distancia de nosotros.

 

Estos hallazgos son un buen pronóstico de la capacidad de los instrumentos del Webb para llevar a cabo una amplia gama de investigaciones sobre todo tipo de exoplanetas (planetas de fuera de nuestro sistema solar). Eso incluye examinar las atmósferas de planetas rocosos más pequeños, potencialmente similares a la Tierra y acaso hasta con vida, como es el caso del sistema TRAPPIST-1.

 

“Observamos el exoplaneta con diferentes instrumentos que, en conjunto, captan una amplia franja del espectro infrarrojo y un conjunto de huellas químicas que eran inaccesibles hasta esta misión]”, explica Natalie Batalha, astrónoma de la Universidad de California en Santa Cruz (Estados Unidos).