El volcán Ilopango, situado en el actual El Salvador, entró en erupción hace unos 1500 años provocando el emplazamiento de flujos piroclásticos en una extensa superficie y una columna de cenizas volcánicas y gases que alcanzó los 49 kilómetros de altura, según detalla un estudio publicado recientemente en la revista Journal of Volcanology and Geothermal Research.

 

Dario Pedrazzi, investigador del Instituto Jaume Almera de Ciencias de la Tierra del CSIC (ICTJA-CSIC), es el primer autor del trabajo que ha reconstruido a partir del análisis de los depósitos de los materiales volcánicos expulsados como fue el proceso eruptivo de la que se considera una de las erupciones volcánicas explosivas más grandes ocurridas en América Central durante el Holoceno (últimos 10.000 años).

“Esta erupción se empezó a estudiar hace unos años, pero no se llegó a realizar un estudio estratigráfico completo, ni se definieron los parámetros de la erupción ni tampoco se determinó de manera exacta la dispersión de los productos volcánicos”, explica Diario Pedrazzi.

El trabajo publicado ahora presenta una descripción estratigráfica completa y el alcance y extensión de los depósitos de cenizas conocidos como Tierra Blanca Joven (TBJ), presentes en El Salvador y en algunos países vecinos. El estudio detalla también los parámetros físicos que caracterizaron las diferentes fases de la erupción a partir de la cual se generaron los depósitos estudiados.

“Hasta ahora no se había llevado a cabo un estudio tan completo y detallado de este evento”, asegura Pedrazzi, que ha contado para este trabajo con la colaboración de investigadores del Centro de Geociencias de la Universidad Autónoma de México (UNAM), del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia (INGV), de la Universidad de Oxford (Reino Unido), de la División de Geociencias aplicadas del IPICYT de México, de la Universidad Estatal de Oregón (Estados Unidos) y del Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales de El Salvador (MARN).

Los autores del estudio llevaron a cabo 3 campañas de campo durante las cuales cartografiaron un área de unos 200.000 km2 para obtener la estratigrafía completa de los depósitos y establecer así las relaciones de estos con los materiales originados en otras erupciones.“Lo que llama mucho la atención es la potencia de los depósitos que en algunos puntos pueden llegar hasta los 70 metros de espesor. De hecho, no hay que olvidar que toda el área metropolitana de San Salvador está construida sobre los materiales piroclásticos que se generaron durante esta erupción”, explica Pedrazzi.