A principios de la década de los años 70 el entonces presidente de la República Dominicana, Joaquín Balaguer, entendió que la deforestación como lo era para el asesinado presidente sancritobaleño Rafael Leonida Trujillo Molina, que en la primera mitad del siglo 20 había arrasado con la mayor parte de los bosques de toda la isla Hispaniola, era suficiente para que en el mediano plazo se produjera una disminución de los caudales de los principales ríos de la isla caribeña, por lo que la única opción para garantizar agua para la creciente población era construir represas capaces de almacenar agua en períodos lluviosos para poder abastecer acueductos y canales de riego en períodos de sequías.

Fue así como Balaguer encargó a principios de los años 70 la construcción como lo tenía previsto en agenda, la represa de Tavera, sobre el río Yaque del Norte, en Baitoa, provincia de Santiago, y la represa de Valdesia, sobre el río Nizao, en la comunidad de Semana Santa, provincia Peravia, represas que entre las dos costaron 90 millones de pesos (45 millones de pesos cada una), los que fueron recuperados en los primeros 5 años de operación, represas que se han convertido en dos de los principales activos con que cuenta el pueblo dominicano, ya que Tavera suministra más del 95 % del agua que consumen los acueductos de Santiago y Moca, mientras Valdesia suministra el 30 % del agua que consume el acueducto del Gran Santo Domingo y casi la totalidad de las aguas que consumen los acueductos de San Cristóbal y Peravia, además de suministrar la totalidad de las aguas de los canales de riego Marcos A. Cabral y Nizao-Najayo.

Luego del éxito alcanzado por ambas represas, Balaguer continuó con las represas de Sabaneta, Sabana Yegua, Rincón y Hatillo, y nadie se atreve a refutar el hecho de que la expansión agrícola del valle de San Juan se debe a Sabaneta, la expansión agrícola de Azua se debe a Sabana Yegua, la expansión agrícola del valle de La Vega se debe a Rincón y la expansión agrícola del Bajo Yuna se debe a la represa de Hatillo, siendo Hatillo y Sabana Yegua las dos represas con mayor capacidad de almacenamiento de agua en toda la isla Hispaniola, porque cada una de ellas puede almacenar 400 millones de metros cúbicos de agua, aunque en períodos de sequía Hatillo mantiene mayor volumen de agua porque en la vertiente norte de la cordillera Central cae mayor cantidad de lluvia que en la vertiente sur.

Pero el inicio de cada una de esas 6 represas confrontó problemas con dirigentes comunitarios, con dirigentes sociales y con dirigentes políticos opositores a Balaguer, los que argumentaban que las represas producen negativos impactos ambientales y sociales que son superiores a los beneficios, argumentos que 45 años después no han podido ser demostrados en ninguna de esas 6 represas, sino todo lo contrario, pues las mismas comunidades que en los años 70 se oponían a esas represas hoy las defienden por sus grandes aportes de agua para acueductos y para canales de riego, por sus aportes en energía eléctrica limpia y barata y por sus grandes aportes económicos al Estado dominicano.

Sin embargo, esas no fueron las únicas obras que recibieron objeciones por parte de dirigentes comunitarios, dirigentes sociales y dirigentes políticos contrarios a Balaguer, porque cuando Balaguer intentó ampliar la avenida 27 de Febrero la gente no quería esa ampliación por considerarla perjudicial a los intereses de los vecinos, de igual modo que la gente se oponía a la construcción del Expreso Quinto Centenario, para conectar la Av. John F. Kennedy con la Av. Padre Castellanos, bajo el argumento de que ese expreso pretendía separar a Villa Juana de Villa Consuelo para debilitar las luchas sociales antibalagueristas que allí se organizaban, argumento que pasado el tiempo quedó evidenciado como un argumento político carente de todo sentido lógico, y ahí están las 2 obras, dando un extraordinario servicio al pueblo dominicano, mucho más allá de lo imaginado por los optimistas y por los pesimistas.

Egipto debió vencer dificultades para construir la represa de Asuán, incluyendo remover y elevar el templo de Abu Simbel, y China debió vencer la resistencia que implicaba reubicar a un millón de comunitarios para dar paso a la construcción de la represa de Las Tres Gargantas, pero ahí están las 2 obras rindiendo grandes beneficios para esas 2 grandes naciones, lo cual debe servir de ejemplo para la sociedad dominicana, donde requerimos iniciar urgentemente la construcción de 4 represas: una sobre el río Haina para el acueducto de Santo Domingo, otra sobre el río Chavón para el acueducto de Punta Cana, Bávaro e Higüey, otra sobre el río Bao para reforzar el acueducto de Santiago, Baitoa y Sabana Iglesia, y otra sobre el río Masacre para evitar conflictos por agua con autoridades haitianas, por lo que el presidente de la República debe tomar en sus manos estos 4 proyectos y, junto a su gabinete del agua, debe sentarse con los dirigentes comunitarios, con los líderes políticos locales y con expertos en represas, para consensuar la mejor forma de construir estos 4 proyectos, la altura máxima de cada proyecto y la zona a cubrir por el embalse de cada proyecto, pero las decisiones no deben postergarse, so pena de ver agravarse los problemas de suministro de agua en esas 4 demarcaciones, considerando que el proyecto de represa del río Chavón bien puede ejecutarse de forma consensuada con los hoteleros de La Altagracia, quienes pueden financiarlo bajo una alianza público-privada (APP) para suministro de agua para la hotelería y para los núcleos urbanos, y así frenar la terrible intrusión salina generada por la sobreexplotación del acuífero costero a través de más de 150 pozos construidos en Punta Cana y en Bávaro.