Más de 5600 tortugas de agua dulce, provenientes en su mayoría de Estados Unidos, ingresaron legalmente a Argentina entre 2000 y 2012 para ser comercializadas como mascotas. Unos investigadores advierten que estas especies foráneas podrían establecerse en el noreste del país y causar diversos problemas ambientales, entre ellos un aumento en la mortalidad de sus pares nativas por desplazamiento competitivo, hibridación, contaminación genética. En última instancia, una colonización podría derivar en la potencial pérdida del genotipo nativo.


Entre esas más de 5600 tortugas, las más demandadas en el mercado de los reptiles son la tortuga de orejas rojas (Trachemys scripta), la tortuga falso mapa (Graptemys pseudogeographica) y la tortuga vientre rojo (Pseudemys nelsoni). Si bien actualmente no se registraron poblaciones establecidas en el país, los autores de un nuevo estudio advierten sobre los problemas que estos ejemplares foráneos podrían generar para las especies nativas, al tiempo que han identificado las áreas del territorio argentino más susceptibles de ser colonizadas.

Para evaluar su potencial invasor, los autores del estudio recurrieron a modelos bioclimáticos para cada una de las especies. “Buscamos información específica sobre sus áreas de distribución a escala global (tanto de la especie nativa como de la invasora): medida de precipitación anual, cantidad de lluvias en los períodos secos, temperatura media anual y rango diurno medio de temperaturas en sus hábitats respectivos”, explica Javier Nori, miembro del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (Idea) del CONICET en Argentina.

Debido a que estas tortugas dependen, en gran medida, de la disponibilidad de cuerpos de agua para su supervivencia, también incluyeron en el análisis información sobre la distribución geográfica de las superficies acuáticas en Argentina, y así detectaron las áreas más susceptibles de ser colonizadas.