No hace mucho que Netflix puso en su catálogo una miniserie documental llamada “Don’t F**ck with cats” que, entre otros trasfondos, cuenta cómo un grupo de personas intenta encontrar a un asesino de gatos.  Las migas de pan que seguían para dar con él eran las publicaciones del sujeto en redes sociales y otros sitios de internet.

También en la plataforma de “streaming” se ha estrenado la segunda temporada de “You”, una historia de un hombre que acosa a una mujer.  En esta ficción también juega un papel importante la información que contienen las inocentes publicaciones de la joven en las redes.

¿Pero hasta donde llega nuestra huella en la red ¿ ¿De qué  modo vamos mostrándonos en las redes sociales  a través de fotos personales  o reflexiones triviales?  Debemos ser muy conscientes de que no todo lo que hacemos debería ser publicado.

VERANEO Y PUBLICACIÓN EN REDES.

Ainhoa Torres, profesora de Redes Sociales en la Universidad  CEU San Pablo, de la capital de España, aconseja “no publicar nada en redes sociales que pueda ser usado en tu contra”.

En los últimos años, diversas publicaciones han recogido una serie de conductas a evitar en internet por motivos de seguridad.

Una de ellas es revelar los planes vacacionales. Compartir imágenes paradisiacas, posados en ciudades milenarias o en monumentos reconocibles, forma parte ya de las experiencias de millones de personas.

Sin embargo, mostrar estos planes públicamente puede ser peligroso, según indican desde la  BBC británica, ya que se comunica que la casa queda vacía y se puede convertir en un blanco fácil para los ladrones.

Por otro lado, publicar las tarjetas de embarque puede revelar a expertos ciberdelincuentes información suficiente como para extraer datos de tu compra con la aerolínea.

Una de las prácticas más extendidas en redes sociales es la publicación de fotos de menores por parte de sus padres. A pesar de que se haga desde el cariño y el orgullo parental, compartir fotos de niños, aunque sean los propios hijos, puede acarrear riesgos.

No solo puede atentar contra la privacidad  de estos menores y convertirse en material sensible en las manos equivocadas, sino porque puede influir negativamente en su solvencia financiera futura.

Así lo recoge la BBC, citando al banco Barclays. Según la entidad, en 2030 estas publicaciones serán las responsables de dos terceras partes de las suplantaciones de identidad que se produzcan.

La profesora Ainhoa Torres va más allá. “Los metes en un mundo que se queda solo con una imagen, sobre todo en redes como Instagram, una imagen de lo positivo, de lo maravilloso”, comenta.

“La parte real queda más oculta. Cuando haces eso durante tu vida adulta tiene una significación diferente de cuando se hace con un niño”, añade.

En el diario español Público también se aconseja evitar colocar en las redes nuestra fecha de cumpleaños. Argumentan que la fecha de nacimiento es un dato fundamental para fraudes que impliquen un robo de identidad.

EN EL ÁMBITO LABORAL.

En algunos países, basta el nombre completo, la dirección y la fecha de nacimiento para llevar a cabo ciertos trámites.

A veces basta con utilizar el sentido común y pararse a analizar qué consecuencias pueden tener según qué acciones.

Pensar antes de compartir cierto contenido puede ahorrar muchos disgustos, por ejemplo, en el ámbito laboral.

Cada vez es más común que los reclutadores de Recursos Humanos hagan una búsqueda “online” de los candidatos que barajan.

“Yo, por ejemplo, a los chavales que ahora están empezando sus carreras de comunicación y periodismo, uno de los consejos que les doy es que echen una vista atrás en sus cuentas”, dice Torres.

“Que piensen en la huella digital que van a tener a la hora de buscar un trabajo, por ejemplo. Que comprueben si tienen algo que pueda ser un freno para su desarrollo profesional. Tras ese análisis, igual a alguno le llega el momento de abrir nuevas cuentas con una proyección profesional”, añade.

Además, una vez ya incorporados al mercado laboral, es conveniente moderar las publicaciones compartidas en internet y de acceso público, evitando así contenidos que puedan dañar la imagen de la empresa para la que se trabaja.

Asimismo, no es recomendable publicar críticas a superiores, a otros compañeros o comentarios negativos y despectivos de la forma en la que se gestiona la empresa o sobre el ambiente en la compañía… No sabemos lo que nos deparará el futuro.