Cada vez resulta más difícil que la ganadería tradicional pueda abastecer de suficiente carne a una población humana que aumenta inexorablemente año tras año. Los recursos naturales para producir carne son finitos y se podrían aprovechar muchísimo mejor si hubiera un método alternativo de producir carne con menos consumo de tales recursos. La carne alimenticia cultivada directamente, sin depender de animal alguno, popularmente conocida como “carne sintética”, podría ser una vía revolucionaria para conseguirlo y es un campo en el que se están obteniendo grandes avances últimamente.

 

Uno de estos avances llega ahora de la mano de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Estados Unidos.

 

Allí, el equipo de Amy Rowat intenta superar los retos de producir carne sintética en cantidades industriales, a precios competitivos, y contaminando menos y consumiendo menos recursos que al producir carne del modo tradicional.

 

Rowat y sus colaboradores han inventado una partícula comestible que ayuda a cultivar carne con una textura más natural, similar a la del tejido muscular, que es el principal componente de la carne alimenticia convencional). El proceso que usan podría adaptarse para la producción de carne sintética a escala industrial.

 

Estas partículas comestibles poseen características, seleccionables a voluntad por los productores, que ayudan a que las células musculares precursoras crezcan rápidamente y formen tejidos similares al muscular. Las partículas portadoras comestibles podrían reducir el coste económico, el tiempo invertido y los residuos generados en el proceso de producir carne sintética con una textura que atraiga a los consumidores.

 

Se necesitan unos 100.000 millones de células musculares para producir un solo kilogramo de carne sintética.

 

Cultivar mayores volúmenes de carne sintética a un ritmo lo bastante rápido implica, con la tecnología convencional, hacer una especie de pasta de células en un recipiente llamado biorreactor. Desgraciadamente, sin un sustrato rígido, la carne cultivada de este modo carece de la estructura muscular normal y, por tanto, de la textura y consistencia, que sí existen en la carne convencional que la gente está acostumbrada a comer.

 

En el cuerpo de un animal, las células musculares crecen sobre una estructura llamada matriz extracelular, que determina la forma del tejido maduro.

 

El tejido animal puede cultivarse en un laboratorio utilizando andamios hechos de colágeno, proteína de soja u otro material para sustituir a la matriz extracelular. Este proceso, necesario para producir tejidos enteros que se asemejen a filetes o a chuletas, necesita semanas de trabajo, lo que dificulta su adaptación a la escala de la producción industrial.

 

Las partículas portadoras pueden utilizarse para proporcionar un andamio al que se adhieran las células y para organizar los tejidos que están siendo cultivados, pero los tipos actuales de partículas portadoras no son comestibles y deben retirarse de la carne antes de su consumo.

 

Las partículas portadoras inventadas por el equipo de Rowat pueden comerse junto con la carne cultivada a la cual ayudan a crecer. La estructura y la textura de las partículas portadoras pueden ajustarse no solo para optimizar la textura de la carne, sino también para acelerar su crecimiento.

 

En las pruebas realizadas hasta ahora, se ha constatado que la estructura interna del tejido cultivado en partículas portadoras comestibles se parece más al tejido muscular natural que el cultivado en partículas portadoras incomestibles. Ello sugiere que las partículas portadoras comestibles fomentan un crecimiento más natural.