Durante la época medieval en Europa, los manuscritos iluminados fueron obras creadas para ser utilizadas por los miembros de las instituciones religiosas y la nobleza. Generalmente, estos textos se caracterizan por estar acompañados de bordes, miniaturas y letras capitales embellecidas, en algunos casos, con pinturas y pigmentos lujosos como las láminas de oro y plata o el ultramarino.

Hasta ahora, este desempeño artístico había sido exclusivamente asociado a los hombres de la época. Sin embargo, un estudio publicado en Science Advances sugiere que las mujeres de antaño también pudieron participar de manera activa en la elaboración de estos manuscritos.

Este nuevo planteamiento histórico se apoya en el hallazgo de pigmentos de lapislázuli –un mineral de color azul intenso empleado en pintura y ornamentación– incrustados en la placa dental calcificada de la mandíbula de una mujer enterrada hace más de 900 años, que ha sido encontrada y analizada por los investigadores del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia Humana (Alemania) y la Universidad de York (Reino Unido), entre otros.

Según afirman los expertos, este descubrimiento inesperado de un pigmento tan valioso y tan temprano en la boca de una mujer del siglo XI en la Alemania rural no tiene precedentes, pues podría ser un indicio directo de la implicación de la mujer en la creación de estos manuscritos.

La placa dental fue hallada en 2014 en un antiguo cementerio de un monasterio medieval de mujeres religiosas localizado en Dalheim, Alemania central. Aunque son pocos los registros que quedan de este monasterio, se estima que esta comunidad de mujeres se formó durante el siglo X.