Con la ayuda de simulaciones computacionales, científicos de Argentina y de Estados Unidos han logrado explicar cómo funcionan los mecanismos que forman la estructura “anatómica” de los flujos de agua y partículas que se originan a partir de algunos fenómenos, como las avalanchas submarinas, y que viajan a una velocidad de hasta 50 km/h en distancias de hasta mil kilómetros en el fondo de los océanos.

El estudio se ha publicado en Nature Communications y podría ayudar a descubrir depósitos de hidrocarburos debajo de los mares.

“El estudio de las corrientes de turbidez es de gran relevancia dado que juegan un rol importante en el ciclo geoquímico global y en el ecosistema del suelo marino. Transportan grandes cantidades de carbono, nutrientes y agua dulce a través de los océanos”, afirmó uno de los autores, el ingeniero nuclear Mariano Cantero, director del Instituto Balseiro (IB), que depende de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO) y de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) en el Centro Atómico Bariloche (CAB), en Bariloche, Argentina.

“Conocer la dinámica de estas corrientes permite definir mejor su peso como variable en el comportamiento de los océanos y en diferentes fenómenos estudiados por las ciencias ambientales”, añadió Cantero, quien también es investigador del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina).

En el trabajo, publicado en la revista “Nature Communications”, los investigadores señalan la asociación de las corrientes de turbidez con la formación de depósitos de material orgánico y, después de períodos de tiempo a escala geológica, de petróleo y gas. También son un agente de erosión y, por lo tanto, contribuyen a formar nuevas geografías oceánicas como canales y cañones submarinos.

A través de simulaciones numéricas de alta complejidad con supercomputadoras, los científicos proponen una estructura de tres capas para este tipo de corriente de turbidez y además describen su interacción: una inferior, turbulenta, encargada del transporte del material; una intermedia, responsable de aniquilar la turbulencia; y una superior, sin turbulencia, que actúa como una “tapa” del flujo evitando que se disipe y así pueda recorrer cientos de kilómetros.