Hace ya tres años que la escultural Tracy Anderson, ex bailarina profesional y entrenadora personal de algunas de las estrellas más deseadas del planeta, decidió abrir en Madrid la única ‘sucursal’ fuera de Estados Unidos, hasta el momento, de su exclusivísima cadena de estudios (tenía dos en Los Angeles, dos en Nueva York y dos en Los Hamptons, Long Island).

Para su desembarco madrileño, eligió un coqueto local, ubicado en el número 10 de la calle Fernando VI, un edificio propiedad de LAMARCA, la empresa fundada por la venezolana Magali Capriles en estrecha colaboración con sus dos hermanas, Mischka y Magali, y que ha transformado el barrio de Justicia en el epicentro del ‘wellness’ europeo.

Su apertura generó una expectación inusitada porque con ella llegaba a la capital el exitoso método con el que Anderson esculpe los cuerpos de una impactante lista de pupilas entre las que figuran Gwyneth Paltrow, Jennifer Lopez, Victoria Beckham o Alessandra Ambrosio, por citar algunos nombres. Un sistema de entrenamiento, exigente pero muy efectivo, con el que, entre otras muchas cosas, consigue moldear un culo perfecto -tal cual- y que ha encontrado en la modelo Nieves Álvarez a una de sus más entusiastas embajadoras en España.

Pero vayamos por partes. ¿Quién es Tracy Anderson? Nacida en Noblesville (Indiana, Estados Unidos) en 1975, esta rubia de cuerpo de acero y 1,52 m de estatura que soñaba desde que era pequeña con convertirse en bailarina profesional dio un volantazo a su vida que, años después, la convertiría no sólo en una de las entrenadoras personales más cotizadas del mundo, sino, lo que es más meritorio quizás, en una de las más poderosas e influyentes empresarias de la industria del fitness internacional.

Cuentan que, tras engordar cerca de 20 kilos durante su primer año de adiestramiento para ingresar en la afamada compañía de danza de Nueva York, Anderson decidió reorientar su carrera hacia el fitness, en concreto, hacia los programas de ejercicio enfocados a la pérdida de peso.

Así fue como nació el Método Tracy Anderson, “un sistema revolucionario, resultado de más de 20 años de investigación y trabajo de campo que, independientemente de la genética de cada persona, ayuda a conseguir un físico armonioso, estilizado y equilibrado”, explican los responsables del centro en Madrid.

A pesar de tener también a hombres entre sus alumnos -entre ellos, nada más y nada menos que al mismísimo ‘ironman’, el díscolo Robert Downey Jr-, no es un secreto que Anderson ideó su sistema pensando en la anatomía femenina. “Tras años de investigación, autocomprobación y perfeccionamiento, Tracy consiguió transformar por completo su propio cuerpo, dando forma a una primera versión de su método que, posteriormente, puso a prueba con más de un centenar de mujeres a las que diseñó planes de entrenamiento a medida y dietas personalizadas. Tras monitorizar sus avances, pudo comprobar que, independientemente de sus antecedentes genéticos, características raciales o constituciones físicas, todas ellas lograron alcanzar ese prototipo de figura que perseguían”.

Este estudio no solo supuso la constatación de que su método funcionaba, sino que marcó el nacimiento del próspero imperio de gimnasios, DVDs, barritas energéticas y ropa deportiva que ha aupado a Anderson al Olimpo de los dioses del fitness,

Pero todavía hay más. Tracy Anderson también fue una de las pioneras de ese concepto de ‘fitness streaming’ que tanto ha crecido debido a las restricciones impuestas por el coronavirus cuando, hace ya casi 10 años, decidió instalar una cámara en la sala de sus estudios para que más mujeres pudiesen tener acceso a su método.

Pero, ¿cuál es ese anhelado ‘prototipo’ que promete la ‘coach’ más cotizada entre las estrellas? Básicamente, el de una bailarina. Es decir, un cuerpo estilizado y proporcionado, con músculos fuertes y largos. Marcados pero sin demasiado volumen. Es decir, esos ‘skiny muscles’ que tan al alza se cotizan hoy en día.

El camino que ha de recorrerse para alcanzar este ideal, ese por el que ya transitan la anteriormente citada Nieves Álvarez, Tamara Falcó y muchas otras caras conocidas cuyas identidades, por discreción, no quieren revelar en el centro, comienza, irremediablemente, por abonar los 40 euros que cuesta cada sesión (de entre 50 y 60 minutos de duración) o adquirir alguno de los ‘packs’ que ofrece el centro: cinco clases por 195 euros; 10 + una extra gratis: 400 euros.

A partir de ese momento, toca sudar como, probablemente, no se ha sudado nunca en la vida porque el Método de Tracy Anderson se practica a 40 grados de temperatura y con una humedad del 70%. ¿Qué necesidad hay de someterse a unas condiciones ambientales tan demandantes físicamente? Bastante porque, de esa forma, se consigue los músculos están más ‘maleables’ durante el ejercicio.

Prosigamos. Las 14, normalmente, alumnas que entran en la colorida sala del centro saben que, durante la hora que tienen por delante, no van a tener un momento de tregua,

Adiestradas por estilizadas -y superatractivas, que todo hay que decirlo- ex bailarinas de cuerpos de acero y mano de hierro se someten a unas agotadoras (pero divertidísimas y sin impacto) sesiones -que cambian cada 10 días de repertorio de ejercicios- en las que se combinan el trabajo de cardio con el de fuerza de una forma magistral, utilizando lastres y mancuernas como material adicional al propio peso corporal. Todo ello, amenizado con música de esa que pone las pilas desde el minuto.

Todo este trabajo, intenso y supereficaz, se traduce en unos hombros y unos brazos tonificados. También, en un abdomen de hierro. Pero, sobre todo, en unos glúteos poderosos, firmes y con más volumen. No se puede pedir más.