Luego de pasearse con elegancia y calidad por la cancha, a Joelle Schad, la mejor tenista dominicana de la historia, la vida le ha seguido sonriendo desde que le dijo adiós a ese deporte.

Su compromiso con el deporte lo asumió de forma tal que aún se “engrifa” cuando recuerda como ascendía la bandera tricolor y sonaba el canto patrio por actuaciones realizadas por ella, gracias al respaldo que tuvo de sus padres, de la Federación Dominicana de Tenis y de sus entrenadores.

“Yo me siento tan, pero tan dominicana que era inmensamente gratificante cada vez que yo sabía que esa bandera se estaba elevando y se escuchaba el himno por el trabajo de nosotros”, destaca la campeona del torneo de sencillos de los Juegos Centroamericanos y del Caribe de “México ´90.

La gratificante emoción le embarga cada vez que se repite la escena por triunfos alcanzados por los atletas de las generaciones que le sucedieron e, incluso, en actos formales a los que asiste y suena el himno como parte del protocolo.

Ahora, como madre, ha cosechado dos importantes medallas fruto de su matrimonio con Oliver Fiallo. Una tiene la cara de su primogénito Oliver Nicolás, de 19 años de edad, y otra la de Joelle Alexandra, de 17.