El jengibre es un tubérculo que adquiere extrañas formas bajo una planta semejante a un lirio. Originaria de Asia y conocida desde la Antigüedad por sus propiedades medicinales y culinarias, su cultivo se extendió en aquellas zonas de los cinco continentes donde pudiera encontrar calor y un clima tropical, y su éxito en la botica le ha valido, en la actualidad, permanecer como componente de más del 50 % de las medicinas yerbales tradicionales.

El jengibre, de sabor y olor picante, exótico y muy aromático, tiene una tradición milenaria tanto con fines medicinales como culinarios. Se trata de un tubérculo que nace en la raíz (rizoma) de una hierba que puede medir hasta 1,8 metros de altura, de hojas alargadas y vistosas flores, semejantes a un lirio, mientras que el tubérculo, grueso y abultado, adquiere caprichosas formas que pueden sugerir extrañas figuras en la imaginación.

Esta planta con rizoma de la familia de las zingiberáceas es de origen de las zonas tropicales de Asia Central y Sudeste asiático, donde lo utilizaban, sobre todo, para aliviar problemas digestivos desde hace más de 5.000 años, y se hizo imprescindible tanto en la medicina hindú ayurvédica como en la medicina tradicional china.

Cuando el comercio de tejidos y especias se empezó a extender, el jengibre recorría miles de kilómetros desde Oriente montado a lomos de los camellos para llegar hasta otras civilizaciones.

EL YIN Y EL YANG DEL JENGIBRE.

Para las culturas asiáticas, así como después para la griega, esta planta se consideraba como el yang (comida picante), la cual equilibra la comida fría, ying, conceptos que eran utilizados con fines culinarios para crear armonía y balance entre los alimentos. En cuanto a su función en la medicina le otorgaban los beneficios de reducir el yin, por lo que su uso era apropiado para aquellas enfermedades provocadas por un exceso de yin, originadas por el frío, indicado para los síntomas de resfriado común o gripe.

El nombre original del jengibre, “sringavera”, es un vocablo sánscrito (que significa en forma de cuerno) que pasó al persa como “dzungebir” y, a su vez, al griego como “dziggibris”; en latín se convirtió en “zingiber”, y ya en español como jengibre.

A lomos de camello, llegó esta especia a Europa. En Roma eran muy apreciadas sus cualidades medicinales y gastronómicas, hasta el punto que después de la pimienta, el jengibre se convirtió en la segunda especia en orden de preferencia por los romanos.

SU EXPANSIÓN POR EUROPA Y SU DESEMBARCO EN AMÉRICA.

Y fueron los romanos quienes, como con tantas otras cosas, expandieron junto con su imperio el uso de esta especia por el continente europeo, para posteriormente desembarcar en América, donde rápidamente fue aceptado y cultivado por sus cualidades en la dieta, así como fuente de energía.

En la Inglaterra medieval su uso era común y se conocía la afición de Enrique VIII por este rizoma, del que se decía poseía propiedades afrodisíacas, que atraían tanto al monarca inglés, mientras que, en Francia, por su fuerte olor aromático y su sabor agrio y picante, llegó a hacerse imprescindible en los platos de las mesas más sibaritas.