«Contamos con el hilo y la aguja como forma de resistencia ante la violencia y el olvido”, dice la artista textil colombiana Alexandra Bisbicus a DW. «Existe una potencia del ejercicio de bordar como narrativa”, remarca.

Y de eso se trató el taller Hilando altares de la memoria y la verdad, brindado por Bisbicus en diferentes ciudades alemanas en apoyo a la tarea de la Comisión de la Verdad en Colombia.

«El taller me permitió hacer mi proceso de memoria sobre un hecho que había quedado en el silencio durante 31 años”, cuenta a este medio la bogotana María Barbosa. «Mi hermano, estudiante de 22 años, fue asesinado por fuerzas del Estado colombiano”, relata desde la capital alemana Berlín, donde hoy reside.

«Pero no quería hacer algo triste, sino más bien reflexionar y comparar las estaciones del año con la vida”, explica.

Y así nació su obra-testimonio. «Cosiendo cada hoja también hacía memoria por todas las víctimas del conflicto armado colombiano”, indica.

Arte que sana y transforma
El sentido homenaje, cuyo resultado ilustra esta nota, forma parte de la muestra itinerante «Verdad en el exilio: camino hacia la paz en Colombia», que puede verse junto con otras hasta finales de septiembre en la ciudad de Bonn.

«La exposición muestra cómo el arte nos permite, a partir de procesos creativos, sanadores y transformadores, recuperar y reconstruir la memoria individual y colectiva”, afirma Ibiscus desde Berlín.

Alexandra Bisbicus, artista textil e integrante del equipo psicosocial del Nodo Alemania de apoyo a la Comisión de la Verdad de Colombia
Alexandra Bisbicus, artista textil e integrante del equipo psicosocial del Nodo Alemania de apoyo a la Comisión de la Verdad de Colombia

«Y genera un espacio de diálogo y reflexión sobre lo que somos como sociedad, sobre las marcas y el dolor que nos deja la guerra, pero también sobre la capacidad de resiliencia y esperanza que tenemos”, analiza la también pedagoga social.

Un conflicto armado que marcó a todo un país
«Todo colombiano está atravesado por los impactos del conflicto armado», contextualiza, en tanto, Caterina Mantilla. «En mi caso, tuve la fortuna de crecer en Barrancabermeja, puerto petrolero del Magdalena medio”, cuenta en diálogo con DW.

«A finales de los 80 y hasta inicios de los 2000, la ciudad se vio envuelta en un álgido contexto de disputa entre grupos armados: guerrillas, paramilitares y el ejército”, explica. «Y en 2001 tuvimos que abandonar la ciudad”, lamente Mantilla, quien reside actualmente en Bonn.

«El taller ha sido un espacio maravilloso y potente para contar, comprender y vernos de otra manera”, dice sobre su participación en la actividad. «Comprendí que tejer emerge como un lenguaje desde donde plasmar sentimientos, impresiones, memorias y proyectar futuros”, afirma con sensibilidad.