La confusión y la inquie­tud reinaban el miércoles en Haití, un día después del cese del fiscal de Puer­to Príncipe tras pedir acu­sar al Primer Ministro en el marco de la investiga­ción del asesinato del pre­sidente Jovenel Moise.

Desde el magnicidio perpetrado por un coman­do armado en la mañana del 7 de julio, la primera república negra de la his­toria se hundió aún más en la crisis política, de se­guridad y humanitaria en el que se encuentra desde hace largos años, además de sufrir un terremoto que dejó más de 2.000 muer­tos el 14 de agosto.

En el banquillo
La última decisión políti­ca de Jovenel Moise fue nombrar a Ariel Henry como primer ministro en sustitución de Claude Jo­seph. Tras el magnicidio, y antes del funeral de Moi­se, hubo un contrapun­to entre ambos, pero a la postre asumió Henry.

Luego que varios paí­ses intervinieran para cal­mar los ánimos, las tensio­nes parecieron disminuir y el conjunto de la dirigencia política haitiana exigió que los responsables del asesi­nato de Moise fueran lleva­dos ante la justicia, algo que Henry prometió en forma solemne.

Sin embargo, a lo largo de las semanas, el nuevo primer ministro demostró su incapacidad para cum­plir esa promesa, así como crear un clima propicio para la organización de las pos­tergadas elecciones nacio­nales.

Peor aún: Henry está ahora en el banquillo, sos­pechado de haber manteni­do intercambios telefónicos, en las horas posteriores al magnicidio, con uno de los principales sospechosos del asesinato de Jovenel Moise.

La respuesta del primer ministro fue destituir al fis­cal Bed-Ford Claude, que formuló “serias sospechas” en su contra y pidió su in­culpación.

Vacío institucional
La repentina muerte de Moise el 7 de julio generó un vacío de poder y un gol­pe de gracia para la demo­cracia haitiana.

Moise no había orga­nizado ninguna elección desde que llegó al poder en 2017, y el país cuenta hoy con apenas diez legis­ladores en funciones. Los diputados dejaron sus car­gos en enero de 2020. Solo un tercio de los senadores quedaron como garantes simbólicos del poder legis­lativo, sin tener la más mí­nima capacidad para le­gislar o controlar la acción del gobierno.

Moise, acusado de autori­tario por la oposición, tam­bién estaba omiso en nom­brar nuevos magistrados para el consejo superior del Poder Judicial.

 SEPA MÁS
Pobreza, sismo e inseguridad
Obstáculos.

La inseguridad obsta­culiza cualquier pers­pectiva de recuperación económica, un mes des­pués del sismo que aso­ló el suroeste del país y mató a más de 2.200 ha­bitantes. Unas 650.000 personas, incluidos 260.000 niños y adoles­centes, siguen necesitan­do “ayuda humanitaria de emergencia”.