Un ingenioso recubrimiento antimicrobiano de grosor nanométrico podría prevenir y tratar infecciones potencialmente mortales ocasionadas por microorganismos resistentes a los antibióticos.

El material es uno de los revestimientos antimicrobianos más delgados desarrollados hasta la fecha y es eficaz contra una amplia gama de bacterias y hongos resistentes a medicamentos, al tiempo que deja indemnes a las células humanas.

La resistencia a los antibióticos es una de las principales amenazas para la salud mundial y causa al menos 700.000 muertes al año. Sin el desarrollo de nuevas terapias antimicrobianas, el número de muertes podría aumentar a 10 millones de personas al año en 2050, según algunas estimaciones.

Aunque de las infecciones fúngicas se habla menos que de las bacterianas, matan a cerca de 1,5 millones de personas cada año en el mundo y la cantidad de muertes va en aumento. Una amenaza emergente para los pacientes hospitalizados, por ejemplo, es el hongo común Aspergillus, que puede causar infecciones secundarias mortales.

El nuevo recubrimiento ideado por un equipo que incluye a Sumeet Walia y Aaron Elbourne, de la Universidad RMIT en Melbourne, Australia, se basa en el fósforo negro, un material ultradelgado (de grosor que se mide en átomos) que hasta ahora ha sido de interés solo para diseños de electrónica de nueva generación y para unas pocas aplicaciones más.

Las investigaciones previas sobre el fósforo negro indicaron que tiene algunas propiedades antibacterianas y antifúngicas, pero el material nunca había sido examinado metódicamente para su posible uso clínico. Hasta ahora.

La nueva investigación revela que el fósforo negro es eficaz para matar microbios cuando se extiende en capas con grosor nanométrico sobre superficies como el titanio y el algodón, utilizados para fabricar implantes y apósitos, respectivamente.

«Nuestro recubrimiento actúa desgarrando a las células bacterianas y fúngicas», subraya Elbourne.