Unos científicos hacen un llamamiento para que se ponga en vigor un tratado internacional legalmente vinculante, o sea de obligado cumplimiento, para garantizar que el espacio cercano a la Tierra no quede irremediablemente amenazado por un auge de la basura espacial derivado de la expansión futura de la industria espacial global.

 

Decenas de miles de trozos de basura espacial en órbita a la Tierra son rastreados por los sensores de la Red Global de Vigilancia Espacial (SSN) del Departamento de Defensa de Estados Unidos. A esa cifra hay que añadirle la de los trozos demasiado pequeños para poder ser vigilados constantemente, que es muy superior a la de los vigilados.

 

Todos estos pedazos viajan a velocidades muy altas, a menudo de unos 28.000 kilómetros por hora, mucho más que una bala y sobradamente rápido como para que un trozo minúsculo sea capaz de dañar a un vehículo espacial si colisiona contra él.

 

Se prevé que la cantidad de satélites en órbita aumente de los 9.000 actuales a más de 60.000 en 2030, y se estima que ya hay más de 100 billones (millones de millones) de piezas de viejos satélites sin rastrear dando vueltas alrededor del planeta a modo de metralla orbital.

 

Aunque muchos de los satélites que se lanzan al espacio son de gran utilidad mientras funcionan, se teme que el crecimiento previsto del parque de satélites en órbitas terrestres, sobre todo el de los satélites que ya no funcionan, pueda hacer que muchas de las órbitas más comunes alrededor de la Tierra se vuelvan imposibles de utilizar, por pasar a ser zonas semejantes a polígonos de tiro surcados por balas.