Las enanas rojas son el tipo de estrella más fría. Como tales, permiten la existencia potencial de agua líquida en planetas que estén lo bastante cerca de ellas. En la búsqueda de mundos habitables más allá de las fronteras de nuestro sistema solar, esta es una gran ventaja: la distancia entre un exoplaneta y su estrella es un factor crucial para su detección. Cuanto más cercanos estén, mayor es la posibilidad de que los astrónomos puedan detectar el planeta desde la Tierra.

 

«Pero estas estrellas son más bien pequeñas y emiten poca luz en comparación con la mayoría de las otras estrellas, como nuestro Sol», explica Brice-Olivier Demory, autor principal del estudio y profesor de Astrofísica en la Universidad de Berna. Estos factores hacen que sea un desafío observarlas en detalle. Sin los instrumentos adecuados, cualquier exoplaneta que pudiera orbitarlas podría ser fácilmente pasado por alto, especialmente los planetas de tipo terrestre, como la Tierra, que son comparativamente pequeños.

 

Un instrumento con el que se pueden estudiar de cerca las enanas rojas y sus planetas es el telescopio SAINT-EX, con sede en México, que coopera con el programa NCCR PlanetS. SAINT-EX es un acrónimo que significa «Search And characterIsatioN of Transiting EXoplanets». El proyecto ha sido nombrado en honor a Antoine de Saint-Exupéry (Saint-Ex), el famoso escritor, poeta y aviador.

 

El Observatorio SAINT-EX es una instalación completamente robótica que alberga un telescopio de 1 metro. Está equipado con instrumentos específicamente adaptados para permitir la detección de alta precisión de pequeños exoplanetas que orbitan estrellas frías. Ahora, esta especialización valió la pena: a principios de este año, el telescopio fue capaz de detectar dos exoplanetas que orbitan la estrella TOI-1266, situada a unos 120 años luz de la Tierra. La investigación, publicada recientemente en la revista Astronomy and Astrophysics, proporciona una primera impresión de sus características.