Teruel (España) no solo existe, sino que su ámbar está demostrando ser crucial para el conocimiento del Cretácico. El último hallazgo es un nuevo tipo de insecto mantíspido fósil, publicado en la revista Scientific Reports y descubierto en una pieza de ámbar extraída durante una excavación que se realizó en 2010 en la localidad turolense de Utrillas.

 

“Los mantíspidos son extremadamente escasos en el registro fósil, sobre todo en ámbar. Este nuevo fósil es clave para entender cómo las patas raptoras evolucionaron en este fascinante grupo de insectos depredadores altamente especializados en la caza”, explica el paleobiólogo del Museo Geominero, Enrique Peñalver, uno de los dos coautores del estudio.

 

La preservación fragmentaria del ejemplar fósil contrasta con la buena conservación de las patas raptoras, las cuales muestran una compleja dotación de espinas y otras estructuras de agarre, por lo que ha permitido por vez primera una comparación tan detallada entre mantíspidos fósiles y actuales.

 

“En el Cretácico Inferior, las espinas de las patas raptoras de los mantíspidos, al menos las de Aragomantispa, carecían de los complejos órganos sensoriales de los mantíspidos actuales, formados por minúsculos conos en la punta de las espinas”, señala Ricardo Pérez de la Fuente, coautor de la publicación e investigador del Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford.