Las personas que se de­dican a estafar y extorsio­nar personas por las redes sociales usan celulares de reclusos de diferentes cár­celes para atrapar en sus redes a muchas personas, la mayoría de las víctimas hombres.

Las personas que se dedi­can a esos actos ilícitos son hombres y mujeres con edades entre los 20 a 65 años, pero la mayoría son jóvenes, de acuerdo a ofi­ciales policiales y fiscales que persiguen ese tipo de delitos.

Trabajan en coordinación con familiares, amigos y conocidos que guardan pri­sión en diferentes cárce­les, sobre todo en aquellas que no están incluidas en el nuevo sistema penitencia­rio, de acuerdo a las inves­tigaciones.

Las estafadoras y estafa­dores por lo regular se valen de los teléfonos de los reos para extorsionar y estafar a las víctimas y, según oficia­les policiales, eso dificulta en gran medida las labores de seguimiento que dan a esas redes.

“Es una lógica que en las cárceles hay muchas res­tricciones para entrar y eso alarga el proceso”, reveló un oficial especializado en perseguir delitos cibernéti­cos y de alta tecnología.

Asimismo, las autoridades policiales y ministeriales in­forman que hay personas que pierden celulares, no los reportan a la compañía porque estiman que su valores de poca importancia y el chip lo usan esos delincuen­tes para estafar, chantajear y extorsionar a gente por las redes sociales.

Pero otros para su accio­nar delictivo en el mundo virtual usan celulares de los denominados “macos”, cu­yos chips aun se venden sin control en las calles y hay lugares donde los activan y los limpian si son robados, según oficiales policiales.

Los oficiales y fiscales res­ponsables de dar seguimien­to a esos casos, dicen que no saben cómo a esta altura de juego hay personas que caen en esas trampas.

Tal es el caso de José Ma­nuel Miranda, un colmade­ro de 60 años, que dice fue estafado por una mujer a través de una red social.

Contó que una mujer muy bella y de un cuerpo muy llamativo le envió una soli­citud de amistad a través de Facebook y que la aceptó.

Dijo que comenzaron a conversar y a tomarse con­fianza y que en una ocasión ella le dijo que no había co­mido, que tenía hambre y que si le podía enviar 1,600 pesos y se lo depositara a través de una transferen­cia y así lo hizo. Sin embar­go, expresó que a la semana fue a retirar un dinero de su cuenta, pero para su sorpre­sa estaba en cero. Cuando averiguó en el banco, le in­formaron que él había he­cho un retiro en una sucur­sal de Azua y que le dijo que nunca ha visitado esa pro­vincia.

QUEJA
CASO
Víctima.

En el programa “Con nombre y apellido” que produce Orlando Reyes por el canal Telecontacto de aquí, un señor de 61 años dijo, al salir de la fis­calía, que estaba siendo víctima de un chantaje por una mujer.