¿Qué es lo divertido del verano? Que es largo y también caluroso. El de este año además llega en medio de una pandemia global.

Incluso en un mundo cambiado y cambiante, he reservado un poco de energía mental para entrar en pánico por cómo mis hijos, mi esposo y yo llegaremos hasta septiembre sin que nuestros cerebros se conviertan en gomitas. Permíteme expresarlo de esta manera: un sábado lluvioso reciente, horneamos pan de plátano y jugamos. Preparamos el almuerzo juntos, construimos un farol de cartón y aprendimos acerca de las constelaciones. Fue agotador. Aun así, pusieron dos películas de Disney. A tres meses del cierre de las escuelas, mis hijos han visto todos los programas. Ya no quedan programas que ver.

No obstante, trabajar desde casa con niños pequeños, un calvario y un privilegio a la vez, ha sido obligatorio desde que inició el agrarismo. Los padres se las arreglaron durante miles de años, sin guarderías, educación forzosa o campamentos. ¿Qué acostumbraban hacer los niños todo el día? Respuesta breve: trabajaban y jugaban, a menudo con una supervisión mínima de un adulto.

Por desgracia, como señaló Steven Mintz, autor de “Huck’s Raft: A History of American Childhood” (La balsa de Huck: Historia de la infancia estadounidense), “La pandemia ha exagerado e intensificado las peores características del juego infantil dela actualidad: la intrusión de los adultos; el declive del juego físico, social y en el exterior; y la mediación de las pantallas”. Ay.

Entonces, ¿cómo hacemos los adultos para mejorar la situación al tiempo que nos mantenemos seguros, con empleo y razonablemente cuerdos? A continuación, presentamos algunas ideas.

Remóntate a la vieja escuela. La más vieja.

En un correo electrónico, Mintz, profesor de Historia de la Universidad de Texas en Austin, señaló la pintura “Juegos de niños”, de Pieter Bruegel el Viejo del año 1560. Se trata de una pintura que les provocará pesadillas a quienes apoyan el distanciamiento social, pues muestra a cien chicos flamencos aproximadamente entreteniéndose con aros, zancos, burbujas, piedras, una que otra vejiga de cerdo y la diversión absoluta de golpearse unos a otros con un látigo. Los padres flamencos están fuera de cuadro, tal vez respondiendo correos electrónicos o destapando una cerveza oscura.

La pintura sugiere que la mayor parte del juego es social, una dificultad durante una pandemia, pero también recalca que el deseo de jugar es innato y que los niños encontrarán maneras de divertirse, en especial si puedes proporcionarles juguetes rudimentarios: cometas, cartas, bloques, muñecas, pelotas, barcos y aviones de papel, una manguera para jardín, si tienes, y un balde a medio llenar. Si tienen un lugar seguro para salir a jugar (donde los juguetes son incluso más analógicos: palos, rocas y tierra) y puedes trabajar desde casa con tu teléfono mientras juegan, aún mejor.

También podría ser un buen momento para alejarse de la idea de que el juego debe ser educativo o fomentar las disciplinas CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). “Todo el juego es productivo”, dijo Mintz. “Aprenderán algo de lo que sea que hagan”.

Acepta el aburrimiento

Aun así, es probable que los niños no quieran jugar solos o con un hermano y que tengas viodeoconferencias o hilos en Twitter que atraigan tu atención. Eso significa que los niños afirmarán que están aburridos y, muy probablemente, se quejarán al respecto. ¿Qué debes hacer? Nada.

Pensar que tenemos que mantener a los niños felices y entretenidos es una mentalidad moderna y es muestra de ciertos recursos y lujos. En lugar de tratar de evitar el aburrimiento, quizá puedas aceptarlo y ver qué hacen los niños. Tom Hodgkinson, autor de “The Idle Parent” (El padre holgazán), sugirió añadir lentamente una hora, más o menos, de “tiempo para no hacer nada” a diario… tal vez menos, si tus hijos son muy pequeños. Si se resisten, sugirió duplicar el tedio (con la lectura de “Paraíso perdido” o una película de Andrei Tarkovsky) para que terminen corriendo a otra habitación para hacer algo distinto.

“Puedes tratar de aburrirlos con tus juegos para que ellos inventen algo mejor”, aconsejó. “Conviértete en una mamá verdaderamente aburrida”.

Un acercamiento a la cultura del hágalo usted mismo

Por lo general, aproximadamente en esta época, mi computadora y mi escritorio están llenos de notas acerca de teatros al aire libre, conciertos en el parque y exposiciones de arte que podrían captar la atención de un niño durante diez minutos completos. Ahora mi calendario se ve como un campo recién nevado.

Si no puedes llevar a tus hijos a eventos culturales, deja que tus hijos te lleven la cultura a ti. “Sé como Louisa May Alcott”, sugirió Mintz. Las niñas de la familia March de “Mujercitas” no pasan horas presionándote para ver más episodios de “My Little Pony: la magia de la amistad”. En lugar de eso inventan obras fantasiosas, escriben periódicos, confeccionan disfraces, montan su propio circo y actúan historias de Dickens de ‘Los papeles póstumos del Club Pickwick’”. (¡Ese libro no es emocionante! Y aun así ellas hacen que lo sea). Sus esfuerzos podrían ser dolorosos, pero los 20 minutos que pasan tus hijos preparando una versión revisionista de “Frozen 2” son 20 minutos que puedes dedicarte a hacer otra cosa.

Dos palabras: trabajo gratis

Las tareas del hogar también pueden ser una manera de jugar y, dependiendo de cuán bien o mal lo hagan tus hijos, podría ser de ayuda. En el siglo XIX, dijo Hodgkinson, “Los niños no eran vistos como una carga en el hogar necesariamente, sino como una mano de obra bienvenida”. Dales trabajo.

“Debes recordar que los niños quieren ayudar, así que trata de que tengan el hábito de hacer algunas de esas cosas”, señaló Lenore Skenazy de Let Grow, una organización sin fines de lucro que promueve la independencia infantil. “Un niño de tres años bien puede separar la ropa y divertirse a la vez. Los niños de seis años pueden preparar el desayuno”. De modo que sí, los niños pueden cocinar y limpiar. Si puedes tomarte unos minutos adicionales para hacer lúdica la tarea (al estilo de “Con un poco de azúcar”, de Mary Poppins), incluso podrían disfrutarla.

Arréglatelas

La pandemia no será eterna. Quizá. Así que, si es más sencillo, haz a un lado la práctica histórica, manda a la culpa de vacaciones y supéralo. “No pienses que estás haciendo algo mal o que no has sido el consejero de campamento perfecto por no lograr hacer que el verano sea emocionante y gratificante para todos”, señaló Skenazy. “Es decir, solo date un respiro”.

Si ese respiro involucra muchas pantallas, recuerda que las formas y tecnologías para el entretenimiento que se iban inventado (desde la palabra escrita en adelante) siempre fomentaban sospechas de que destrozarían o corromperían las mentes jóvenes. La mayoría de nosotros ha acabado bien, independientemente de todos los capítulos de “Los Pitufos” que hayamos absorbido en su momento. Los videojuegos les dan una oportunidad de socializar; un musical transmitido en línea sigue siendo un musical; un paseo virtual por una galería o museo no es igual que caminar por los pasillos en vivo, pero acepta lo que hay.

En general, descubre qué le gusta hacer a tus hijos y aliéntalos a hacerlo. O elige lo contrario: cuando tengas tiempo disponible, oblígalos a hacer cosas que te gusten a ti. En mi caso, eso significa jugar juegos de mesa y ver videos de marionetas en YouTube, además de una película ocasional de Hayao Miyazaki, o no solo ocasional.

“Solo déjalos que vean muchas películas”, dijo Hodgkinson. “Es temporal; no es para siempre. De verdad no deberíamos ser tan duros con nosotros mismos”.