Los científicos José Vicente López-Bao de la Universidad de Oviedo en España, Guillaume Chapron de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas y Yaffa Epstein de la Universidad de Uppsala en Suecia defienden en la revista Science que la destrucción de la naturaleza es un error moral que debe ser detenido. “Esta afirmación no está basada en evidencia científica, pero no es menos válida que la afirmación de que dañar al ser humano es un error moral”, sostienen los firmantes del artículo.

Algunos de los intereses de la naturaleza que se han considerado de importancia de cara a otorgar dichos derechos incluyen los intereses de existencia, hábitat o el cumplimiento de funciones ecológicas. “Existen propuestas interesantes relacionadas con el reconocimiento de los derechos de propiedad de las especies a sus hábitats”, señala López-Bao.

Aunque el movimiento por promover los derechos de la naturaleza es similar al movimiento por los derechos de los animales, es decir, ambos buscan promover los derechos de formas de vida no humana, los derechos de los animales, como los derechos humanos, están focalizados en el individuo, mientras que los de la naturaleza se asemejan más a derechos colectivos.

“Se pueden hacer paralelismos con los derechos colectivos, como los de las naciones a la libre determinación o el derecho a la protección cultural”, afirman los firmantes del texto.

Los autores indican que el objetivo sería centrarse en los derechos de las comunidades naturales, los ecosistemas u otras entidades naturales que están vivas o sustentan la vida, como las montañas o los ríos. En 2018, por ejemplo, se reconoció la personalidad jurídica del reino animal en la India.

“Es interesante observar cómo se han otorgado derechos a entidades no humanas como corporaciones o estados, e incluso se está discutiendo actualmente sobre la personalidad jurídica de los robots, mientras que el debate sobre los derechos de la naturaleza parece en un segundo plano”, comentan.

Este trabajo sostiene que, de cara a operacionalizar los derechos de la naturaleza, aún quedan varias preguntas por contestar y las contribuciones de varias disciplinas serán necesarias para implementar esta revolución de derechos y garantizar su efectividad.