En medio del amplio debate sobre la figura de Picasso y su relación con las mujeres de su vida, la presidenta del Museo Nacional Picasso de París, Cécile Debray, pide en entrevista con EFE tratar esta cuestión «de manera histórica» y con» un poco más de serenidad».

El cincuenta aniversario de la muerte del artista se cumple mañana sábado, y Francia y España llevan ya meses celebrando juntas el Año Picasso para recordar la inmensa obra del artista nacido en Málaga en 1881 y fallecido en 1973 en Mougins (Francia), que Debray considera «un artista fundamental para el arte moderno».

Una de las cuestiones que más se ha discutido en las últimas décadas sobre Picasso es su relación con las mujeres de su vida y su comportamiento cuanto menos abusivo, con una crítica especial por parte del feminismo actual.

«Creo que es necesario mirar esta cuestión, que es necesario releer la obra», pero huyendo de reacciones «viscerales» y apostando por un análisis más histórico, considera la responsable del mayor museo dedicado exclusivamente al artista en todo el mundo.

Debray reconoce que el artista «no fue el mejor padre ni el mejor compañero», pero recalca que esta visión pena de «anacronismo», ya que «miramos hoy a Picasso como si fuera un hombre de nuestra época, que no es el caso».

Por ello, invita a los jóvenes historiadores del arte a «retomar este asunto y a tratarlo con más distancia y de manera más histórica», con herramientas académicas que no sean «el rumor o testimonios muy afectivos» y así revisar la obra de Picasso «con un poco más de serenidad».

«LA IDENTIDAD PICASSIANA DE ESPAÑA»

A pesar de que se ha dicho ya prácticamente todo sobre Pablo Ruiz Picasso, Debray considera que todavía quedan cosas por explorar del artista: «Queda una exposición formidable por hacer sobre la relación de España con Picasso, es decir, la identidad española de Picasso o de la identidad picassiana de España», opina.

Sin embargo, recalca que la trayectoria del arte «evoluciona con su tiempo», por lo que «aún hay muchas cosas que saber sobre Picasso», aunque pide para ello un análisis con las herramientas de la historia.

Por ello, rechaza también de plano las acusaciones que se lanzaron contra Picasso por no irse de París durante la ocupación nazi en la Segunda Guerra Mundial, entre 1940 y 1944, y el hecho de que no firmara una petición de intelectuales y artistas para que la Gestapo liberara al escritor y pintor Max Jacob, un amigo suyo enviado al campo de internamiento de Drancy, en el que murió enfermo.

Explica que esta acusación «indignante» se originó en la extrema derecha francesa y «es totalmente falsa»: «Picasso quiso firmar la petición, pero sus amigos le dijeron que no lo hiciera, ya que se hubiera puesto en peligro», al estar fichado por las autoridades alemanas como antifranquista y «artista degenerado».

Sobre las polémicas que planean sobre el artista, subraya que «estamos demasiado cerca» de Picasso, pero vaticina que «en los próximos decenios su obra se terminará decantando respecto a su biografía» y su producción se verá «como la de Tiziano o la de Miguel Ángel».

Y cree que la enorme popularidad del artista en todo el mundo se debe tanto a su longevidad como a su trabajo con las principales corrientes artísticas del siglo XX, igual que a su destreza con muchos medios: «Era un gran pintor, un gran escultor y un gran dibujante», enumera, además de su paso por la cerámica y otras formas artísticas.

UN MUSEO «IMPORTANTE» EN PARÍS

En un lado más personal, considera «un reto» estar al frente de esta institución dedicada a un solo arista, en una ciudad con «un ecosistema cultural» como el de París, que también tiene otros grandes museos del Estado como el Louvre o el Orsay, además del Pompidou (arte contemporáneo) o el de la Orangerie (arte moderno), pero aún así cree que ejerce tiene un papel «importante».

Fundado en 1985 y ampliado en 2014, el Museo Picasso está en el Palacio Salé, una de las mansiones barrocas del siglo XVII de la zona del Marais, que en las últimas décadas se ha convertido en una de las áreas tendencia para las artes y la moda de la capital francesa.

Sus fondos incluyen más de 5.000 obras de Picasso y algunas de otros artistas que formaban parte de su colección particular y de los acuerdos de dación con sus familiares o donaciones de coleccionistas, así como 200.000 piezas documentales, por lo que es también una referencia para los investigadores.

Pero su presidenta insiste en que el Picasso también se abre a otros artistas, como muestra la actual exposición de Faith Ringold, la primera retrospectiva que se hace en Europa de esta artista neoyorquina.

Para este aniversario, el museo presentó a finales de marzo una exposición en la que el diseñador británico de moda Paul Smith eligió una serie de obras y las organizó según su idea del color, para «darle mas humor», explica Debray.

Ello ha permitido «mostrar un Picasso más juguetón, más espiritual, también más humano».