La aprobación por la Cámara de Diputados de un préstamo por US$50 millones para el financiamiento del Proyecto de Saneamiento Pluvial y Sanitario de la cañada de Guajimía, ha abierto una puerta de incertidumbre sobre si finalmente en la gestión actual del presidente Luis Abinader se completará con la esperada segunda fase de la primera etapa del proyecto de la cañada y si la suma millonaria corresponderá con lo que se trabajará de la misma.

Aunque este financiamiento debe ser también aprobado por el Senado de la República, los residentes en los barrios Buenos Aires de Herrera, Duarte, La Ureña, El Indio, Los Olivos, Las Caobas y otras zonas aledañas en Santo Domingo Oeste donde afecta la cañada, han levantado sus voces con relación a la solución medioambiental y social que esperan que les traigan las autoridades.

Cerca de la calle Juan Sánchez Ramírez, de Buenos Aires Herrera cuando reporteros de este medio hacían un recorrido, un joven, Steeve Saint-Vill Feliz, expresó que él ha guardado en su memoria desde pequeño los discursos que dan las autoridades cada vez que han visitado la Cañada de Guajimía.

“Yo hasta sé cómo ellos dicen: ‘Ya están marcados los perímetros para tirarle calle’, pero no… ¡Qué va! No hacen nada. Eso es lo que ellos deberían hacer, tirarle una pista, una calle. Ellos solo vienen y la limpian, pero como quiera eso cuando viene bajando que llueve, se tapa y el problema es mayor. Échenle la calle, y no joden más con mantenimiento y destapadera de caña’ ni nada”, manifestó.

De igual forma, Carlos Valerio comentó que “han dicho siempre que van a resolver y que van a arreglar eso, limpiarla, darle mantenimiento, pero nunca hacen nada, solo prometen. Ojalá que con ese dinero hagan algo como han dicho, que le van a tirar calle, que la van a tapar, algo así es que yo he escuchado que le quieren hacer”.

Un problema que ha seguido latente

A pesar de que se habla de la inversión de los US$50 millones para Guajimía, que propone beneficiar a más de 350 mil personas de forma directa, actualmente, el problema con la cañada está latente.

En pleno coronavirus, el mal olor que desprenden las aguas putrefactas intoxica a los lugareños y enferma a los infantes con las plagas de mosquitos, las constantes inundaciones que se registran cuando llueve que deja sin pertenencias y hasta sin hogar a decenas de familias sumado al cúmulo de basura con todo tipo desechos –sólidos, peligrosos- hacen inhabitables los terrenos por dondequiera que pasa la cuenca de agua contaminada.