Los telescopios diseñados para operar en el espacio tienen que ser construidos de forma diferente a los destinados a operar en tierra. ¿Pero qué pasa con los telescopios que operan a mitad de camino entre ambos medios?

 

Una futura misión de la NASA utilizará un globo más grande que un campo de fútbol para enviar un telescopio a unos 40.000 metros de altitud sobre la Antártida.

 

El telescopio, llamado ASTHROS (Astrophysics Stratospheric Telescope for High spectral Resolution Observations at Submillimeter-wavelengths), podrá observar desde su ubicación en la parte alta de la estratosfera longitudes de onda del espectro electromagnético que son bloqueadas por la atmósfera terrestre. Concretamente, el rango será el del infrarrojo lejano. El gran espejo del telescopio mejorará la capacidad de este para observar fuentes de luz menos brillantes y discernir detalles más finos de esas fuentes.

 

Este espejo (la principal herramienta de captación de luz de este telescopio) está empatado con el más grande que ha volado en un globo de gran altitud. La construcción del espejo de 2,5 metros finalizó este pasado mes de junio. El diseño y la construcción fueron un reto debido a dos exigencias fundamentales: el espejo y su estructura de soporte deben ser excepcionalmente ligeros para viajar en globo, pero lo suficientemente resistentes como para evitar que la fuerza de gravedad terrestre deforme su forma parabólica casi perfecta en más de 2,5 micrómetros, una fracción del grosor de un cabello humano.