Situada entre África y Eurasia, la Península Arábiga es una región importante, aunque poco estudiada, para comprender la evolución humana a través de los continentes. Investigaciones recientes que destacan el papel de la Península Arábiga en la prehistoria humana muestran que los humanos se dispersaron repetidamente en el interior de la península en momentos en que sus duros desiertos se transformaron en exuberantes praderas. Sin embargo, la naturaleza y el momento de esas dispersiones han seguido siendo difíciles de determinar, debido a la escasez de material disponible y a la escasa resolución de los datos paleoecológicos asociados a las evidencias sobre seres humanos.

 

En un nuevo estudio publicado en la revista Science Advances, investigadores de los Institutos Max Planck de Ecología Química (MPI-CE) y de la Ciencia de la Historia Humana (MPI-SHH) de Jena (Alemania) y de la Royal Holloway University de Londres (Reino Unido), junto con un equipo de colaboradores internacionales, describen un gran conjunto de huellas fósiles descubiertas en un antiguo depósito lacustre del desierto de Nefud en Arabia Saudita.

 

Las huellas, que datan de hace unos 120 mil años, incluyen las de humanos, elefantes y caballos, entre otros animales. Estos hallazgos representan la evidencia más antigua datada de los movimientos humanos en esta parte del mundo, contemporáneos a las conocidas dispersiones humanas desde África al Levante. Además, parece que los movimientos y los patrones de uso del paisaje de los seres humanos y los grandes mamíferos estaban estrechamente vinculados, tal vez en respuesta a las condiciones de sequedad y a la disminución de los suministros de agua.

 

Debido a que la Península Arábiga se caracteriza por grandes desiertos hiperáridos, inhóspitos para los primeros seres humanos y los animales de los que dependían, Arabia ha recibido una atención considerablemente inferior a África o Eurasia, regiones vecinas que son vitales para comprender la prehistoria humana. Sin embargo, las investigaciones realizadas en el último decenio han demostrado que no siempre fue así, y ahora se comprende bien que las condiciones en Arabia han fluctuado considerablemente en el último millón de años.