La pandemia de covid-19 dio un repentino impulso a la telemedicina y las consultas virtuales.

Esta modalidad garantiza el seguimiento de pacientes sin obligarlos a salir de casa y exponerse al contagio con coronavirus, en tanto que reduce las pérdidas económicas por la suspensión de consultas y procedimientos médicos.

Consultas en tiempo real, almacenaje y envío de información de salud y monitoreo remoto del paciente se encuentran entre los usos de la telemedicina.

No obstante, tiene sus repercusiones y sus retos.

Sobre ellos disertó un grupo de especialistas en el seminario web “Consulta virtual y telemedicina: implicaciones éticas, económicas y legales”, organizado por el Capítulo Norte de la Sociedad Dominicana de Cardiología (Sodocardio).

Las ventajas de la telemedicina tocan a médicos y pacientes, señaló durante su intervención el cardiólogo César José Herrera, de Cedimat.

En el caso del proveedor de salud, le beneficia porque se reduce la tasa de ausentismo y se eleva la adherencia al tratamiento, aumenta la productividad y hay mayor flexibilidad de horarios e intercambio entre especialistas de diferentes áreas.

Al paciente le es más conveniente porque lo empodera a participar en su atención, le permite incorporar al resto de su familia en el proceso y le ahorra costos y tiempo de transporte.

 

No sustituye al examen físico

“Mucha gente dice que esto no es medicina porque no tocamos al paciente, no lo palpamos, y eso es cierto”, expresó Herrera.

Sin embargo, añadió que la tecnología ya ha empezado a plantear algunas soluciones a este problema.

Dispositivos y aplicaciones que permiten tomar el pulso, evaluar el ritmo cardíaco o la presión arterial y los estetoscopios digitales son solo algunas muestras.

El médico reconoció que estos avances no se comparan con el examen físico, que, en vista de las limitaciones que la consulta virtual plantea en la interacción médico-paciente, no puede ser reemplazado.

“Pero es preferible, en situaciones como la actual, que nuestros pacientes sean atendidos a través de esta tecnología relativamente impersonal, a que se queden en sus casas sufriendo y expuestos a complicaciones”, concluyó Herrera.

 

Retos de las teleconsultas en República Dominicana

Mientras que en varios países del mundo las consultas virtuales, que son parte de la telemedicina, tienen un posicionamiento y una alta utilidad, República Dominicana aún enfrenta desafíos para su consolidación.

Máxima Méndez, cardióloga internista, destacó la falta de una legislación que regule esta práctica y que proteja tanto a médicos como a pacientes.

Otra barrera importante es el acceso limitado a la Internet e, incluso, los problemas con el suministro de energía eléctrica.

Méndez destacó que, aunque a los pacientes latinoamericanos les gusta tener contacto personal con los doctores, con la pandemia ha habido un “cambio espectacular”.

“Prefieren una videoconsulta antes que exponerse”, afirmó.

La especialista aclaró que, en telemedicina, una videoconsulta no equivale a una simple videollamada. Conlleva otros componentes como el expediente electrónico y una plataforma que garantice la privacidad y seguridad de los datos de los pacientes.

Además, se han ido incorporando dispositivos que ayudan a dar seguimiento a los pacientes de forma remota.

“No se debe cualquierizar este servicio, porque existe todo un protocolo que se debe de ir llevando de manera sistemática”, expresó la presidenta del Consejo de Lípidos y Aterosclerosis de la Sodocardio.

Destacó también que en varios países del mundo la telemedicina está emergiendo como una forma viable (“y, para algunos, la única forma viable”) de obtener atención.

Al igual que Herrera, Méndez opinó que la consulta virtual no sustituirá a la presencial, “pero puede aumentar y ampliar la atención”.

 

Vacío legal

El abogado Tomás Belliard indicó que en República Dominicana no existe legislación ni a favor ni en contra de la telemedicina.

Lo que sí existen, aseguró, son “legislaciones que complican la aplicación de la telemedicina para que los médicos puedan dar consulta de manera virtual a los pacientes”.

La Ley General de Salud establece, por ejemplo, que el consentimiento informado debe hacerse por escrito, de modo que una videoconferencia no tendría la misma validez legal.

Por otro lado, al hacer una teleconsulta habría que dar una receta virtual, y, de acuerdo con Belliard, este tipo de documento no cuenta con reconocimiento en el país.

“Luego está el problema de quién le paga al médico sus honorarios, porque el seguro no reconoce una consulta por videoconferencia porque no está establecido en la ley”, manifestó el abogado.

El especialista en medicina crítica y cardiología José Natalio Redondo, presidente del consorcio de clínicas Grupo Rescue, consideró que en este momento las consultas virtuales deberían limitarse al seguimiento de pacientes que ya tienen una historia clínica en la consulta del médico.

“No creo que deba asumirse el riesgo de abrir un expediente médico nuevo por telemedicina ni por teleconsulta”, expresó Redondo.