Enero es tradicionalmente el mes de los buenos propósitos y del inicio de las dietas, además de la suscripción al gimnasio. Por esto hemos pasado todos, año tras año. Ahora se suma a esto la pandemia, una novedad para el primer mes del año. Con el encierro, el hacer ejercicio en casa ha reemplazado el gimnasio, con la ventaja del ahorro.

Lo de la dieta es paja para la garza, es demasiado difícil estar encerrados, en un perímetro relativamente estrecho, muy cerca de la nevera y de la estantería que encierra la picadera, sin caer en la tentación.

La población mundial presentará un cuerpo rotundo, una vez nos liberemos del virus, de eso no hay ninguna duda. Los modistos y diseñadores tendrán que arreglárselas para presentar sus nuevos modelos, de acuerdo con la redondez de moda. Adiós a las modelos talla cero, o uno y dos; tendrán que contratar damiselas rellenitas que vayan de acuerdo con la redondez de la población.

Volveremos a los tiempos del renacimiento, cuando le tenían horror a todo lo que representara delgadez, fruto de la pandemia que sufrieron en el siglo anterior, la que diezmó la población como nunca antes.

Aunque la pandemia actual no se compara con la peste negra de aquellos tiempos, el encierro que sufrimos traerá consigo, en los sobrevivientes, un cambio anatómico sin duda y la redondez imperará, en tanto logremos regresar a una rutina más dinámica, lejos de la tentadora nevera y la estantería de la picadera.