Diseñar, construir, y estrenar una tecnología pionera puede ser una misión complicada y llena imprevistos. Aún más si el objetivo del proceso es desmantelar el vertedero de plástico más grande del Pacífico, el llamado Great Pacific Garbage Patch. Así lo ha experimentado en su propia piel durante las últimas semanas de 2018 The Ocean Cleanup, una fundación que desde hace cinco años, y gracias a una financiación de más 30 millones de dólares obtenida a través de donaciones, desarrolla una operación ingenierística con el fin de reducir considerablemente la enorme cantidad de plásticos acumulada en este lugar.

La obra, que consiste en un tubo flotante capaz de crear una especie de U para permitir atrapar el plástico y recogerlo, fue instalada cerca del vertedero el pasado octubre. Tras constatar que el sistema no retenía eficazmente los residuos, en los últimos días del pasado año la organización tuvo que hacer frente también al inconveniente de encontrar una parte de la barrera rota. Por esa razón, The Ocean Cleanup ha tenido que cambiar su plan de desarrollo del proyecto (que aspira a poder reducir en un 50% la superficie del vertedero en un periodo de cinco años) y el tubo se ha retirado a puerto para una fase de reparación y revisión.

La fase de despliegue en el Pacífico de la barrera flotante empezó el pasado 8 de septiembre desde San Francisco. El plan prosiguió con un periodo de dos semanas de pruebas técnicas en una zona marítima intermedia respecto al Great Pacific Garbage Path. Poco más de un mes después, el tubo se instaló en las proximidades del vertedero, que cubre un área estimada correspondiente a tres veces el tamaño de Francia entre las Islas Hawaii y las costas de California. Así empezó la operación de recogida del plástico y el monitoreo de las respuestas del sistema.

Tras cuatro semanas de pruebas y observaciones, Boyan Slat, el fundador de The Ocean Cleanup, explicó en la página web de la fundación que el sistema no estaba teniendo la eficiencia deseada. Parte del plástico “sale del sistema después de haber sido recogido”, señaló. “Ahora estamos trabajando en las causas y en cómo solucionar este problema”. Slat recordó que el sistema que ha diseñado junto a su equipo se basa en un método de concentración pasivo, lo que implica que la barrera se tiene que amoldar a la rapidez con la que se mueve el plástico en el mar. Por eso, indicó en el tipo de respuesta del tubo a los vientos el aspecto principal sobre el que se tenía que trabajar más.