Hay personas bien vestidas que en el trato no tienen educación. A mi  edad he ido afinando los gustos, aunque desde niña, me decía mi tía Sara, esposa del padrino de mi hermana y una de las mujeres más elegantes y cultas de Estancia Nueva, Moca: “Rocío, eres como la muchacha de la novela ‘Mi amada Beatriz’”.

La clase, la elegancia, son atuendos que desde que uno pega el grito en la sala de parto están ahí, eso es así. Aun pases por etapas de madurez, de situaciones por las cuales no puedas estar del todo bien puesta, eso no significa que los dejes atrás. Me conmueven las mismas cosas que a los dieciséis de esa época en que mi tía Sara Taveras decía: “Eres la Catherine Fulop nuestra”, pero al pasar de los años he sumado muchos más intereses.

Defiendo un verbo que se ha malinterpretado: prosperar. No tiene que ver con el estatus, sino con irse puliendo y hacerse una villa, vehículo europeo del 2022, penthouse confortable, usar un Infinity Black o haber tenido un padre o abuelo próspero, como dicen con el pan debajo del bajo nació. Si se está atento al mundo es más difícil volverse cruel, creído o cínico con la edad. Y no podemos permitir que eso pase.

¿Qué es la elegancia?

Elegancia procede del término latino eligere que significaba ‘elegir, seleccionar’. Pero la elegancia no solo se ciñe al campo de la moda y el adorno personal. También es un término utilizado en el mundo de la decoración, de las matemáticas, de la filosofía, etcétera. Nosotros nos vamos a referir exclusivamente al mundo del vestuario y de la moda.

Ropa y elegancia no tienen mucho que ver; hay personas objetivamente bien vestidas que en el trato son de malos modales o vacías. Y esto es tengo marca, usan diseños pero no tengo contenido y eso es lo menos elegante del mundo; como ente social de un país que va camino a la evolución, cambio o mejor decimos civilizado, siempre tomar en cuenta ciertos deberes unos con los que cumplir.

Al comprar una prenda de vestir debemos tener claro a quien está de influencer en esa marca o perjudicando o ayudando nuestro dinero. Apoyo las marcas que se esfuerzan, que se saben imperfectas, pero juegan limpio manteniendo una línea.  A mi en verdad me da risa cuando escucho o miro personas decir fulana es sexy, pero en verdad es vulgar. Lo sexy me da risa hoy en día, ser sexy requiere de ser inteligente, es una combinación de tu talento, cerebro y físico no necesariamente perfecto… hoy en día es algo lúdico.

¡Todo ha de ser divertido, relajado, cualquierizado! ¡Todo fácil! ¿Por qué?. Porque no es suficiente elegir un bonito conjunto para salir a la calle. Hay que tener algo más que una buena ‘percha’ para que un conjunto luzca bien.

Hay que tener un buen interior que lo complemente. Un aire desgarbado al caminar, un cabello mal cuidado y mal peinado, unos gestos exagerados, una forma de hablar muy exacerbada, etcétera, pueden hacer que el mejor traje o vestido pase totalmente inadvertido por una falta de compostura.

Hay muchas cosas que evocan nostalgias que no me gustan: la gente sin cultura o amor por las bellas artes teniendo tanta tela en nuestro país por donde cortar o admirar hay buenos artistas plásticos, museos y lo mejor un tesoro que es nuestra Ciudad Colonial.

Yo tengo añoranza de buenas ideas, de gente que ame estas cosas, ya que un país sin cultura es más difícil de vender en el exterior porque vivimos del turismo, no solo de playas hermosas está llena nuestra isla, antes había ideas que funcionaban, como una fuente de agua en la calle. No me gusta que cierren lugares que objetivamente aportan a la sociedad o, peor, que los dejen deteriorar.